La Fiesta de los Animales del Bosque Mágico



Había una vez, en un bosque mágico lleno de colores brillantes y árboles altos, un grupo de animales que vivía en perfecta armonía. Cada semana, todos se reunían para celebrar sus amistades. Sin embargo, este lunes, no todo estaba bien en el bosque.

La ardilla Rita estaba muy emocionada porque había encontrado unas deliciosas nueces.

- ¡Miren lo que tengo! - gritó con alegría.

Los conejitos, al escucharla, corrieron hacia ella.

- ¡Queremos algunas! - dijeron al unísono.

- ¡Pero son mías! - respondió Rita, abrazando sus nueces con fuerza.

Los demás animales empezaron a llegar, incluyendo a Tomás el búho y Carla la tortuga.

- ¿Qué pasa aquí, amigos? - preguntó Tomás, que siempre tenía consejo valioso.

Rita, con cara de enojo, dijo:

- ¡No pienso compartir mis nueces! ¡Las encontré yo!

- Pero compartiendo, podremos hacer una rica fiesta - sugirió Carla con una sonrisa.

Rita frunció el ceño:

- ¡No quiero!

Los conejitos comenzaron a murmurar entre ellos, y pronto todos se sintieron un poco incómodos.

De repente, apareció un pequeño ratón llamado Toto, que había oído el alboroto.

- ¿Por qué no hacemos una fiesta en vez de pelear? - sugirió Toto.

- ¡Sí! - gritaron los conejitos - Una fiesta con juegos y baile, ¡eso suena divertido!

Rita, que había estado molesta, se detuvo a pensar. Había algo en la idea de Toto que la hizo sentir bien.

- Está bien - dijo, sintiéndose un poco más amable.

- ¿Y si hacemos una gran fiesta de nueces?

- ¡Genial! - dijeron todos entusiasmados.

Así que, decidieron trabajar juntos. Aunque Rita tenía las nueces, todos aportaron algo. Tomás trajo frutas frescas, Carla llevó hojas grandes para sentarse, y los conejitos aportaron zanahorias crujientes.

Cuando finalmente llegó el día de la fiesta, el bosque estaba lleno de risas y alegría. Todos bailaban y compartían lo que habían traído. Incluso Rita no pudo contener su felicidad al ver a todos disfrutar de sus nueces.

- ¡Me alegro de haber compartido! - gritó, mientras un montón de los conejitos hacían malabares con las zanahorias.

A partir de ese día, todos aprendieron la importancia de compartir y resolver sus problemas hablando y trabajando en equipo. Y así, el bosque mágico vivió feliz, lleno de amistad y paz por siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!