La Fiesta de los Animales del Campo y el Sauce Gigante


En un tranquilo campo argentino, en el sauce más grande del terreno, se estaba por celebrar una fiesta muy especial.

La oveja Blanquita, el búho Sabio, la vaca Margarita, el toro Fortachón, el cerdo Rosendo y un pájaro carpintero llamado Piquito se estaban preparando para disfrutar de una divertida tarde juntos. Blanquita era la encargada de llevar las tortas de pasto que había preparado con mucho amor.

Sabio estaba organizando juegos y adivinanzas para entretener a todos los invitados. Margarita lucía su mejor vestido de lunares y Fortachón mostraba su fuerza dando saltos y brincos alrededor del sauce. Rosendo olfateaba emocionado la comida que había sobre la mesa y Piquito picoteaba alegremente una rama cercana.

La fiesta comenzó con risas y bailes al ritmo del viento que movía las ramas del sauce. Todos parecían estar pasándola genial hasta que de repente, un fuerte viento sopló tan fuerte que derribó parte del árbol donde estaban reunidos.

"¡Ayuda! ¡El sauce se está cayendo!", gritó Blanquita asustada mientras trataba de mantenerse en pie. "Tranquila Blanquita, yo te ayudaré", dijo Fortachón acercándose rápidamente para sostenerla.

Margarita empujó con todas sus fuerzas para evitar que el sauce cayera por completo mientras Sabio volaba en círculos tratando de encontrar una solución. "¡Piquito! ¡Tienes un pico afilado! ¿Puedes tallar algo en este tronco para mantenerlo en su lugar?", preguntó Sabio al pájaro carpintero.

Piquito asintió con determinación y empezó a tallar figuras en la madera del sauce caído. Con cada talla, el árbol parecía recuperar fuerzas y poco a poco dejó de inclinarse peligrosamente.

Finalmente, gracias al esfuerzo conjunto de todos los animales, lograron sostener el sauce evitando que se cayera por completo. Estaban agotados pero felices de haber trabajado juntos para resolver un problema inesperado. "¡Lo logramos gracias a nuestra unidad y colaboración! ¡Qué equipo tan increíble somos!", exclamó Rosendo entre jadeos mientras sonreía orgulloso.

La fiesta continuó con renovadas energías y terminaron bailando bajo las estrellas hasta altas horas de la noche.

Desde ese día, los animales aprendieron lo importante que es trabajar juntos ante cualquier adversidad y valoraron aún más la amistad que los unía.

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