La Fiesta de los Colores
En un bosque encantado, donde los árboles eran altos y los ríos brillantes, vivían cuatro amigos: Lila, la mariposa curiosa; Raúl, el conejo juguetón; Tara, la tortuga sabia; y Bruno, el pequeño dragón simpático. Todos ellos eran muy diferentes, pero compartían una gran pasión: organizar la mejor fiesta de colores que el bosque haya visto.
Un día, mientras planeaban la fiesta, Lila exclamó: -¡Este año quiero que los colores sean más vivos que nunca! -Sí, necesitamos algo especial para sorprender a nuestros amigos! -dijo Raúl mientras brincaba con alegría. -Podríamos hacer un arcoíris gigante en el cielo -sugirió Bruno con su voz suave.
Tara, con su calma habitual, añadió: -También podemos hacer que todos traigan algo de color para completar la festividad. ¡Así será más divertido y participativo!
Empezaron a prepararse. Lila voló hacia las flores más hermosas y recolectó pétalos de colores vibrantes. Raúl, con su energía inagotable, fue en busca de fresas rojas y jugosas. Bruno, aunque pequeño, decidió usar su aliento mágico para pintar las nubes de azul, amarillo y rojo, mientras que Tara pensó en utilizar su sabiduría para contar cuentos de colores a los que llegaran a la fiesta.
La gran día llegó. El bosque se llenó de música alegre y risas. Los amigos lucían sus mejores ropas de colores, y los árboles estaban decorados con luces brillantes. -¡Miren qué hermoso es todo! -gritó Raúl mientras hacía saltos de alegría.
Pero, de repente, una sombra oscura apareció; ¡era un grillo gruñón que no estaba contento con la fiesta! -¿Por qué están haciendo tanto ruido? -preguntó con voz molesta. Lila, con su espíritu amable, se acercó y le dijo: -Estamos celebrando y todos están invitados a unirse a la diversión.
El grillo, sorprendido por la amabilidad de Lila, respondió: -No soy de celebrar, nunca me gusta nada.
Tara, con su sabiduría, le ofreció una pintoresca historia sobre los colores y cómo cada uno de ellos trae alegría. Mientras contaba, Bruno, con su fuego mágico, hizo un pequeño espectáculo de luces, cambiando los colores del cielo.
- ¡Ves! Los colores pueden hacerte sentir feliz. -dijo Raúl invitando al grillo a unirse. El grillo, un poco intrigado, empezó a sonreír -Quizás un poco de color no me haría tanto daño. ¿Puedo traer algo también?
- ¡Por supuesto! -gritaron Lila, Raúl, Tara y Bruno al unísono, animándolo a participar. Al final, el grillo, un poco más alegre, encontró una hoja de papel y trazó dibujos de los colores del bosque.
La fiesta de los colores se llenó de nuevo de risas y alegría. Los nuevos amigos, el grillo incluido, disfrutaron de la música, los cuentos y las delicias coloridas.
Desde aquel día, el grillo aprendió que abrirse a los demás y celebrar la alegría puede traer más color a la vida, y juntos decidieron organizar una fiesta cada año, donde todos, sin importar las diferencias, podían compartir sonrisas y colores. Así, el bosque encantado se llenó de magia, amistad y, sobre todo, mucha alegría.
FIN.