La Fiesta de los Colores



Había una vez en la Sala Celeste, un grupo de amiguitos muy divertidos. Todos eran diferentes: Lila era una niña risueña con cabellos rizados, Maxi era un niño fuerte y grandote, y Tati era pequeña y siempre llevaba una diadema con flores. Un día, la maestra Leslie les anunció que harían una fiesta de colores y cada uno debía llevar algo especial para compartir.

- “¡Qué divertido! ” - exclamó Lila, mientras saltaba de alegría.

- “Voy a llevar mis pinturas, así podemos decorar todo.” - dijo Maxi, haciendo flexiones de brazo.

- “Yo llevaré mis globos de colores que flotan! ” - añadió Tati con una sonrisa.

Los tres amigos estaban tan emocionados que empezaron a pensar en sus cosas especiales. Pero, ¿y si no les gustaba lo que cada uno traía? Lila se preocupó un poquito.

- “¿Y si a Maxi no le gustan mis pinturas? ” - murmuró.

- “¿Y si mis globos no son tan lindos como las pinturas de Lila? ” - pensó Tati, sintiéndose un poco insegura.

Ese día llegó la fiesta y todos los compañeros de la Sala Celeste estaban muy emocionados. La maestra Leslie les había preparado un lindo lugar, lleno de globos y serpentinas de colores.

Cuando Lila llegó, mostró su pintura brillante.

- “¡Miren! Hice un arcoíris.” - dijo, mostrando su cuadro.

- “¡Qué hermoso! Me encanta el amarillo.” - dijo Maxi, sonriendo.

Luego llegó Tati con sus globos que parecían volar.

- “Miren cómo flotan mis globos, son de diferentes colores. ¡Feliz fiesta! ” - gritó.

- “¡Son preciosos! ” - dijo Lila, mirándolos llenos de asombro.

Pero cuando llegó el momento de compartir y jugar, Maxi se preocupó de nuevo.

- “No sé si mis pinturas van a ser tan buenas como el juego con los globos.” - dijo Maxi, arrugando la cara.

En un instante, los tres pensaron que lo que cada uno traía no era lo suficientemente bueno.

- “¡Esperen! ” - gritó Lila. - “Cada uno trajo algo especial. Pero lo mejor de la fiesta es que podemos compartir, ¿no? ”

Los demás asintieron con la cabeza, pero aún estaban dudosos. Entonces la maestra Leslie les propuso:

- “¿Qué tal si hacemos un mural todos juntos? Podemos usar las pinturas de Maxi, los globos de Tati y agregar un poco de magia con la pintura de Lila.”

Así todos empezaron a pintar y jugar. Maxi puso su verde brillante, Tati soltó sus globos para que volaran alrededor y Lila agregó sus dibujitos llenos de colores en la pared. No sólo era el mural de cada uno, era el mural de todos.

Cuando el mural estuvo terminado, la sala se llenó de risas y colores. La maestra Leslie dijo:

- “¡Excelente trabajo, niños! Este mural es un reflejo de sus talentos y lo que cada uno trajo. Aprendieron a respetar lo que cada uno podía aportar.”

Los niños sonrieron al ver lo que habían creado juntos, y se dieron cuenta de que cada uno era diferente, ¡y eso era lo que lo hacía tan especial! Sabían que respetarse y compartir era la mejor forma de hacer grandes cosas juntos.

- “¡Vamos a ser siempre diferentes y especiales! ” - dijo Maxi, levantando el puño en señal de celebración.

- “¡Sí, y a seguir compartiendo! ” - completó Tati con su diadema volando al viento.

Desde ese día, en la Sala Celeste, los niños siempre recordaron que el respeto por lo que cada uno es, hace que su amistad y juegos sean los más coloridos y divertidos del mundo.

FIN.

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