La Fiesta de los Colores Mágicos
Había una vez en un pueblo llamado Arcoiris, donde todos los colores eran grises y tristes. El sol brillaba sin alegría, las flores no tenían tonos vivos y hasta el arcoíris se veía opaco.
En este lugar vivía Luna, una niña curiosa y alegre que siempre soñaba con ver el mundo lleno de colores. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo, Luna tropezó con una caja mágica escondida entre los árboles.
Al abrirla, descubrió que estaba llena de pinturas brillantes y relucientes. Emocionada por su hallazgo, decidió llevar la caja al pueblo para mostrarles a todos la magia de los colores.
Luna reunió a sus amigos: Sol, Estrella y Nube; juntos idearon un plan para organizar una gran fiesta en la plaza del pueblo y compartir los colores con todos sus habitantes. Comenzaron a pintar globos, banderas y carteles con las pinturas mágicas, llenando cada rincón de Arcoiris de tonos vibrantes y alegres.
La noticia de la fiesta se extendió rápidamente por el pueblo, despertando la curiosidad y la emoción de todos.
Finalmente llegó el día del evento, la plaza se llenó de gente ansiosa por descubrir los colores que habían estado ausentes por tanto tiempo. "¡Bienvenidos a la Fiesta del Color!" -exclamó Luna desde el escenario improvisado-. "Hoy vamos a pintar nuestro mundo gris con tonos brillantes y llenarlo de alegría".
Los habitantes del pueblo no podían creer lo que veían: globos rojos flotando en el aire, banderas amarillas ondeando al viento y carteles verdes decorando las calles. La magia de las pinturas transformaba todo lo que tocaban en belleza pura.
"¡Esto es increíble!" -exclamó Sol emocionado-. "¡Nunca imaginé que pudiéramos tener un mundo tan colorido!".
Poco a poco, los habitantes del pueblo comenzaron a sumarse a la celebración: niños jugaban con polvos de colores, adultos decoraban sus casas con nuevas tonalidades y ancianos recordaban tiempos pasados cuando todo era más vivo. La fiesta duró hasta altas horas de la noche, cuando finalmente el cielo se iluminó con destellos multicolores gracias a los fuegos artificiales que Luna había preparado como broche final.
Todos aplaudieron emocionados ante tal espectáculo visual. Al día siguiente, Arcoiris amaneció diferente: los colores permanecieron en las calles, en las casas e incluso en los corazones de sus habitantes.
Luna y sus amigos habían logrado traer la alegría perdida al pueblo gracias al poder transformador de los colores. Desde entonces, cada año se celebra en Arcoiris la Fiesta del Color en honor a aquella jornada mágica donde Luna descubrió la caja llena de pinturas brillantes.
Y así fue cómo un pequeño gesto logró cambiar para siempre un mundo antes gris y triste en uno lleno de vida y felicidad.
FIN.