La Fiesta de los Disfraces



Era un día soleado en Buenos Aires, y yo no podía dejar de mirar la brillante invitación que había recibido una semana antes. Era una fiesta de disfraces, y el problema era que no sabía de qué disfrazarme. Pensé en muchas opciones: un superhéroe, una princesa, incluso un dragón, pero nada parecía encajar.

Finalmente, mientras revisaba las cosas en mi habitación, encontré un viejo disfraz de pirata que había usado en un teatro escolar. ¡Eso era! Me vestí con una camisa blanca, un chaleco negro y un sombrero de pirata que aún olía a aventuras.

Cuando llegué a la casa de la fiesta, mi corazón latía fuerte. Toqué la puerta y, para mi sorpresa, un vampiro con una capa negra y colmillos puntiagudos me abrió la puerta.

"¡Hola, soy Carla!" - me dijo con una sonrisa.

"¡Hola, Capitán Garfio!" - respondí, haciendo un gesto como si empuñara una espada.

Carla se rió y me hizo pasar. La casa estaba llena de niños y adultos disfrazados, riendo y jugando. Había un unicornio, una bruja y hasta un robot codificador. Todos parecían disfrutar de la fiesta.

De repente, noté que algunos niños se agrupan para jugar un juego bastante divertido. Eran como una especie de búsqueda del tesoro, y la historia era que el barco del capitán Garfio había desaparecido, y nosotros teníamos que encontrarlo.

"¡Vamos a ayudar al capitán Garfio!" - grité entusiasmado, y todos se unieron a la aventura.

Buscamos pistas por toda la casa. Escudriñamos en el jardín, detrás de los almohadones del sofá y hasta en la cocina. En un momento, encontramos un mapa antiguo.

"¡Miren esto!" - exclamé sosteniendo el mapa con ambas manos.

"¡Es el mapa del tesoro!" - dijo Carla, emocionada.

Todos comenzamos a seguir el mapa, cada pista nos llevó a una nueva aventura. Pero también aprendimos a trabajar en equipo y a ayudar a los demás. Cuando llegaron a la última pista, nos encontramos frente a un gran baúl.

"¿Tendremos que abrirlo?" - preguntó un niño disfrazado de dinosaurio.

"¡Sí! ¡Con el poder del pirata Garfio, lo lograremos!" - dije, imitando la voz de un capitán valiente.

Al abrir el baúl, encontramos dulces, golosinas y calaveras de madera llenas de sorpresas. Todos gritamos de alegría.

Carla sonrió y dijo:

"Esta fue la mejor fiesta de disfraces de todas. Aprendimos a trabajar juntos y a disfrutar la aventura. ¡Las travesuras y la amistad son el verdadero tesoro!"

Esa noche, volví a casa con una gran sonrisa y el corazón lleno de alegría. Había disfrazado de pirata, pero lo que realmente había encontrado era la amistad y la diversión. No importaba cuál fuera el disfraz, lo importante era disfrutar cada momento y vivir nuevas aventuras con amigos.

FIN.

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