La Fiesta de los Extrañados
Era un hermoso día en la ciudad de Los Extrañados. Todos sus habitantes, curiosos y coloridos, habían recibido una invitación misteriosa. La nota decía: '¡Hoy es el día del baile! Prepárense para una fiesta inolvidable en el Parque de las Sonrisas!'.
Los Extrañados, que eran seres de mil colores y formas extrañas, vivían en un lugar donde cada uno tenía su peculiaridad. Desde el Pequeño Canguro de Púrpura, que siempre saltaba hacia atrás, hasta la Dama de Verde que cantaba cuando escuchaba música. Sin embargo, por alguna razón, cada uno de ellos se sentía un poco fuera de lugar y, a menudo, se mantenían alejados entre sí.
"No sé si debería ir", dijo el pequeño Canguro de Púrpura mientras saltaba nerviosamente.
"Sí, ¡claro que deberías!" respondió la Dama de Verde. "Todo el mundo merece divertirse, además, ¡podrías hacer nuevos amigos!"
Con un poco de ánimo, el Canguro de Púrpura decidió ir al parque. Al llegar, vio que todos los otros Extrañados ya estaban allí, pero algo no estaba bien. La música sonaba, pero nadie bailaba.
"Hola a todos! ¿Por qué no están bailando?", preguntó el Canguro.
"Nos sentimos raros...", dijo el Profesor Tormenta, un ser de forma redonda que siempre estaba lleno de ideas brillantes. "No sabemos cómo movernos al ritmo de la música..."
El Canguro, viendo que todos estaban un poco tímidos, tuvo una idea.
"¿Y si todos hacemos un baile diferente? Cada uno puede mostrar lo que sabe hacer. ¡Así será más divertido!"
Todos miraron al Canguro con curiosidad.
"Pero, ¿y si a los demás no les gusta lo que hacemos?"
"¡Eso no importa! La fiesta es para divertirnos y disfrutar. Lo importante es que cada uno se sienta libre" respondió él con entusiasmo.
Entonces, el Canguro de Púrpura comenzó a saltar hacia el ritmo de la música. Los demás se animaron, cada uno intentando hacer su propio baile. La Dama de Verde empezó a girar con gracia, el Profesor Tormenta comenzó a hacer pequeños movimientos que hacían estallar rayos de colores alrededor de él, y hasta el Señor Caracol, que siempre era muy lento, empezó a deslizarse al ritmo.
A medida que bailaban, sus risas llenaron el aire como melodías. Nadie pensaba en lo extraño que se veía. En cambio, se sintieron libres, felices y únicos.
"Mirá cómo lo estoy haciendo", dijo el Señor Caracol mientras se arrastraba suavemente por el suelo.
"¡Esa es una forma genial de bailar!", exclamó el Canguro, animando a todos.
De repente, la música cambió a un ritmo más rápido y todos se miraron con complicidad.
"¡Vamos a bailar todos juntos!", gritó la Dama de Verde.
Con el nuevo espíritu de unidad, comenzaron a bailar en grupo, mezclando sus estilos únicos. El Canguro saltaba, la Dama giraba, el Profesor Tormenta chispeaba, y el Caracol se deslizaba lentamente. Era un espectáculo verdaderamente hermoso.
En un momento, notaron que otros Extrañados que no habían estado presentes comenzaron a acercarse atraídos por la música y las risas.
"¿Qué es todo esto?" preguntó una niña Extrañada con cara de sorpresa.
"Es nuestra fiesta de baile, vení, ¡unite!", llamó el Canguro, feliz de ver nuevos rostros.
Pronto más y más Extrañados se unieron al baile. La fiesta se volvió más grande, y todos juntos aprendieron que sus diferencias no eran obstáculos, sino que hacían cada movimiento aún más especial.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, los Extrañados habían creado un lazo de amistad y confianza. En vez de sentirse extraños, se sentían como parte de una gran familia.
"No puedo creer que haya esperado tanto para disfrutar de esto", dijo el Señor Caracol, sonriendo.
"Nunca más me sentiré extraño entre ustedes", agregó el Pequeño Canguro.
Y así, todos regresaron a casa aquella noche con el corazón lleno de alegría y el deseo de volver a bailar juntos. En Los Extrañados, se dieron cuenta que la verdadera maravilla de ser diferente era la oportunidad de celebrar juntos. Y prometieron no esperar más para disfrutar de la vida y de cada uno de ellos, porque todos eran especiales a su manera.
Y así, en cada rincón de Los Extrañados, existió un pequeño movimiento de baile que se transmitió de generación en generación, recordándoles siempre que ser diferentes es lo que hace a la vida hermosa y divertida.
FIN.