La fiesta de los monstruos amables


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, tres monstruos muy especiales: Zombi, Esqueleto y Bruja. Estos monstruos eran diferentes a los demás, ya que eran amigables y bondadosos.

Pero desafortunadamente, nadie quería acercarse a ellos porque les tenían miedo. Zombi era un ser lento y torpe, pero tenía un corazón enorme. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, aunque su apariencia asustara a todos.

Esqueleto era muy inteligente y siempre tenía una sonrisa dibujada en su rostro de hueso. Por último, la Bruja era experta en pociones mágicas y hechizos benevolentes.

Un día soleado, mientras caminaban juntos por el bosque cercano al pueblo, se encontraron con un grupo de niños jugando cerca de un río. Los monstruos se acercaron tímidamente para saludarlos. "¡Hola! Somos Zombi, Esqueleto y Bruja", dijo Zombi con voz temblorosa. Los niños se sobresaltaron al verlos y corrieron asustados hacia sus casas.

"¿Por qué nos tienen tanto miedo?", preguntó tristemente Esqueleto. La Bruja pensó durante unos segundos y luego tuvo una idea brillante. —"Chicos" , dijo ella emocionada "¡Vamos a organizar una fiesta de disfraces! Así podremos mostrarles que no somos malvados!".

Aunque estaban algo dudosos al principio, los otros dos monstruos aceptaron entusiasmados la propuesta de la Bruja. Los monstruos se pusieron manos a la obra para preparar la fiesta.

Zombi fue al cementerio y buscó los disfraces más coloridos que encontró, mientras que Esqueleto decoró el salón con luces brillantes y telas de colores. La Bruja preparó deliciosos dulces y bebidas mágicas para todos. Llegado el día de la fiesta, los monstruos estaban muy nerviosos.

Pero cuando los niños del pueblo llegaron disfrazados de distintos personajes, se dieron cuenta de que no tenían por qué tenerles miedo. "¡Wow! ¡Miren qué increíbles disfraces tienen!", exclamó uno de los niños. "Sí, somos monstruos amigables", dijo Zombi con una sonrisa tímida.

A medida que avanzaba la noche, los niños comenzaron a jugar y reír junto a ellos. Se dieron cuenta de que esos tres monstruos eran diferentes a lo que habían imaginado.

Pasaron las horas y todos se divirtieron muchísimo en la fiesta. Los monstruos demostraron su amabilidad y bondad en cada gesto hacia los demás. Al finalizar la noche, se despidieron con abrazos y promesas de seguir siendo amigos.

Desde ese día en adelante, Zombi, Esqueleto y Bruja dejaron de ser temidos por el pueblo. Ahora eran considerados héroes por su valentía para enfrentar sus miedos e intentar cambiar las cosas.

La moraleja de esta historia es que no debemos juzgar a alguien solo por su apariencia o lo diferente que parezca. Todos merecemos una oportunidad para mostrar quiénes somos realmente. Y, como aprendieron los niños de Villa Alegre, a veces las personas más inusuales pueden convertirse en los mejores amigos.

Y así, Zombi, Esqueleto y Bruja vivieron felices y rodeados de amor y amistad en Villa Alegre para siempre.

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