La fiesta de los patitos



En un hermoso estanque, vivían cinco patitos muy juguetones: Pepito, Pipo, Pochito, Pati y Paula. Hoy era un día especial, ¡el cumpleaños de Pepito! Era el más pequeño y siempre aspiraba a tener la fiesta más divertida del mundo.

Mamá Pata, al enterarse de los deseos de Pepito, decidió organizar una fiesta sorpresa. Se adentró entre los juncos para buscar los mejores ingredientes para el banquete. Al regresar, se puso a preparar cinco deliciosos gusanos para cada uno de los patitos. En su mente, cada patito recibiría una cantidad especial de gusanos que los haría sonreír.

Cuando Pepito despertó, se encontró con sus cuatro hermanos sentados en círculo, con una tela colorida extendida sobre la hierba. Al ver la sorpresa, sus ojos se iluminaron.

"¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños, Pepito!" - gritaron al unísono los patitos.

"¡Qué alegría!" - respondió Pepito "¿Por qué no festejamos además con juegos y más sorpresas?"

"¡Sí! Eso haría que este día sea aún más especial!" - exclamó Pipo.

Pero Mamá Pata les dijo: "Antes de empezar a jugar, vamos a repartir los gusanos. Uno para ti, dos para ti…" - empezó a contar, mientras los patitos se acomodaban en fila, cada uno con un gran apetito.

Sin embargo, al contar, se dio cuenta de que algo no estaba bien. ¡No había suficientes gusanos para todos! Mamá Pata se detuvo y frunció el ceño.

"¿Qué sucederá si hay menos gusanos que patitos?" - preguntó Pati con preocupación.

"No me quiero quedar sin comida..." - añadió Paula, un poco ansiosa.

"No se preocupen, amigos, ¡tenemos que resolver esto!" - dijo Pepito, viendo que la preocupación comenzaba a hacer mella en sus hermanitos.

Pepito pensó por un momento y luego sugirió: "¿Y si compartimos? Así todos podremos disfrutar y nadie se quedará sin nada… además, podríamos agregar más juegos."

Los patitos se miraron entre sí, y poco a poco sus caras mostraron una gran sonrisa, entendiendo que lo importante era disfrutar juntos.

"¡Buena idea, Pepito! Compartamos los gusanos y después haremos un torneo de saltos!" - gritó Pipo emocionado.

Al escuchar esto, Mamá Pata se sintió aliviada y comenzó a repartir los gusanos de manera igualitaria. Por cada gusano, los cinco patitos se sintieron felices de compartir, y se prometieron usar su energía extra para jugar con entusiasmo.

Después de devorar los gusanos, Mamá Pata, con la ayuda de Pepito, organizó el torneo de saltos. Cada patito se turnaba y el más largo era el ganador.

Los patitos tomaron impulso, saltando con todo su corazón. Uno a uno, hacían sus mejores saltos mientras se reían y aplaudían entre ellos. Pepito, por su tamaño, añadía un estilo divertido a su salto, haciendo que todos se rieran a carcajadas.

Un momento especial del torneo llegó cuando, en su último salto, Pepito, ayudado por sus hermanitos, logró llegar más lejos de lo que nunca imaginó.

"¡Lo logré!" - gritó Pepito.

"¡Sí! ¡Vamos Pepito! ¡Sos el mejor!" - aplaudieron los patitos, llenos de alegría.

La fiesta continuó mes tras mes, y los patitos aprendieron que, aunque había dificultades, la clave estaba en compartir y disfrutar juntos. Al final del día, más que los gusanos o los premios, lo que realmente importaba ¡era la felicidad de estar juntos!

Y así, la fiesta de los patitos terminó, pero la amistad y el espíritu de compartir, continuaron iluminando cada día en el estanque.

"La próxima vez, armemos un picnic grande y todos podemos traer algo para compartir" - sugirió Pochito, mientras todos asentían con la cabeza.

A partir de ese día, los cinco patitos prometieron celebrar juntos cada cumpleaños, compartiendo no solo comida, sino también risas, juegos y, sobre todo, amor.

FIN.

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