La Fiesta de los Planetas
Era un día soleado en la Escuela Primaria del Barrial, y todos los alumnos de la clase de la maestra Antonia estaban entusiasmados por la sorpresa que les había prometido. La maestra Antonia era conocida por sus métodos creativos y divertidos para enseñar. Esta vez, había decidido llevar a sus alumnos a un viaje intergaláctico sin salir del aula.
"¡Buenos días, chicos!", comenzó la maestra, sonriendo de oreja a oreja. "Hoy haremos algo muy especial. Vamos a tener una Fiesta de los Planetas".
Los alumnos aplaudieron y gritaron de emoción. Santiago, el más curioso de la clase, levantó la mano.
"¿Y cómo es eso, seño?".
"¡Es fácil! Cada uno de ustedes se va a convertir en un planeta y vamos a crear nuestro propio sistema solar aquí mismo. Habrá música, actividades y aprenderemos un montón sobre cada uno de los planetas".
"¡Qué copado!", dijo Clara, entusiasmada. "¿Puedo ser Venus? ¡Es el planeta más bonito!".
"¡Claro que sí!", respondió la maestra. "Y tú, Facu, puedes ser Júpiter, el gigante gaseoso. ¡Así que todos elijan su planeta!".
Los niños comenzaron a elegir sus planetas, mientras la maestra les explicaba un poco sobre cada uno. Ella había preparado banderas y disfraces para todos.
Mientras los alumnos se preparaban, la maestra Antonia les habló sobre Plutón.
"Y como bonus, les cuento que Plutón es el planeta más lejano, y aunque ya no se considera un planeta principal, ¡sigue siendo importante!".
"Yo quiero ser Plutón entonces", dijo un tímido Nicolás.
"Perfecto, Nicolás. ¡Todos los planetas son importantes!".
Así fue como la clase de Antonia se llenó de colores y risas. Los alumnos comenzaron a bailar al son de una canción sobre el sistema solar que la maestra había preparado. Cada vez que mencionaban un planeta, ese alumno debía imitar un movimiento relacionado. Por ejemplo, Clara giraba como un Venus lleno de amor y Facu hacía movimientos grandes como si fuera una tormenta en Júpiter.
De repente, el ruido de su música atrajo a otros alumnos de otras clases, que se adentraron en el aula curiosos.
"¿Qué pasa aquí?", preguntó nuevamente Santiago.
"¡Estamos celebrando la Fiesta de los Planetas! ¡Vengan a aprender con nosotros!".
Los nuevos estudiantes se unieron a la diversión, convirtiendo la fiesta en un evento aún más grande. La maestra Antonia no podía creer la participación y alegría de todos.
"Vamos a hacer un juego de preguntas y respuestas sobre lo que hemos aprendido", anunció la maestra.
Los alumnos se colocaron en un círculo, listos para responder. La maestra hizo algunas preguntas relacionadas con sus planetas.
"¿Quién tiene la respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el planeta más grande del sistema solar?".
"¡Yo!", gritó Facu. "¡Es Júpiter!".
"Correcto!", exclamó Antonia.
Los alumnos se animaban cada vez más. Pero cuando llegó la pregunta sobre el planeta más caliente, Nicolás, que estaba disfrazado de Plutón, alzó la mano.
"Es Venus, ¿no?".
"¡Sí, Nicolás! Aunque tú eres Plutón, ¡te acordaste!".
Todos aplaudieron su acierto y eso le dio más confianza.
Sin embargo, lo más interesante vino cuando Antonia sugirió un juego un poco más complicado. Ella comenzó a contar una historia en la que los planetas tenían que colaborar para salvar el sistema solar de una inminente tormenta de asteroides.
"¡Necesitamos unir fuerzas, chicos!". La maestra les dijo. "Cada planeta tiene sus poderes especiales. Ustedes tienen que decidir cómo van a trabajar juntos para resolver el problema".
Los alumnos discutieron animadamente, creando ideas como que Marte usaría su fuerza para desviar los asteroides, o que Saturno crearía un anillo de protección alrededor del sol.
Al final, después de mucha risa y creatividad, lograron salvar al sistema solar.
La maestra Antonia sonrió viendo a sus alumnos concentrados en su misión.
"¿Vieron? ¡La unión hace la fuerza! Al igual que los planetas, todos tenemos algo especial que aportar, ya sea en la escuela o en la vida. ¡Nunca se olviden de eso!".
La Fiesta de los Planetas resultó ser un gran éxito, y no solo aprendieron sobre el sistema solar, sino también sobre la importancia de trabajar juntos. Al final del día, todos acordaron que sería una tradición hacer este evento al menos una vez al año.
"¡Nos vemos el año que viene para la próxima Fiesta de los Planetas!", dijo la maestra, mientras los niños comenzaban a despedirse.
"¡Sí! ¡Y seré Tierra, porque quiero cuidarla!", concluyó Nicolás, sonriendo.
Y así, la maestra Antonia no solo enseñó sobre planetas, sino que también dejó una huella en sus corazones, recordándoles que cada uno tiene un papel importante que desempeñar en el universo, ya sea grande o pequeño.
FIN.