La fiesta de los recuerdos en el Cusco
En la hermosa ciudad del Cusco, la gente siempre ha disfrutado de las fiestas costumbristas. En una colorida tarde, Mateo y su abuelo Don Gregorio paseaban por las calles empedradas. Mientras observaban a la gente bailar y cantar, Mateo le preguntó a su abuelo sobre cómo eran las fiestas en sus tiempos. Don Gregorio sonrió con nostalgia y le contó a Mateo sobre las fiestas de antaño, cuando la música resaltaba los ritmos andinos y todos vestían trajes tradicionales.
- En mis tiempos, las fiestas eran sencillas pero llenas de alegría. La música resonaba en todas partes y la gente bailaba al ritmo de la flauta y el charango. Vestíamos trajes coloridos y nos sentíamos orgullosos de nuestras tradiciones - dijo Don Gregorio con brillo en los ojos.
- ¿Y cómo son las fiestas ahora, abuelo? - preguntó Mateo con curiosidad.
- Ahora las fiestas son más grandes y hay más gente de todas partes del mundo que viene a celebrar con nosotros. Aunque la música ha cambiado un poco, todavía se siente la misma alegría en el aire. Pero a veces me parece que se ha perdido un poco de la esencia de nuestras tradiciones - respondió Don Gregorio con una pizca de melancolía.
Mientras caminaban por la Plaza de Armas, vieron a un grupo de niños bailando y riendo. Mateo se acercó a ellos y les propuso una idea. Inspirado por las palabras de su abuelo, decidió organizar un concurso de danzas tradicionales para que los niños aprendieran y mantuvieran vivas las costumbres cusqueñas. La noticia se corrió rápidamente y pronto muchos niños se unieron al concurso.
El día del concurso, la Plaza de Armas estaba llena de gente emocionada. Los niños lucían trajes brillantes y estaban radiantes de orgullo. Mateo, con la ayuda de su abuelo, presentaba a cada grupo y explicaba la historia detrás de cada danza. La música andina llenaba el aire y la energía de la tradición fluía por todo el lugar.
Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador. Todos estaban ansiosos por escuchar el veredicto. Mateo subió al escenario y con una sonrisa en el rostro proclamó: - El ganador es... ¡todos ustedes! Porque cada uno de ustedes ha mantenido viva nuestra herencia y ha hecho que la tradición perdure en nuestros corazones.
La multitud estalló en vítores y aplausos, mientras los niños se abrazaban emocionados. El abuelo Don Gregorio, emocionado, abrazó a Mateo con orgullo. Desde ese día, la ciudad del Cusco vibró con una nueva energía, donde las fiestas costumbristas celebraban el presente honrando el pasado, gracias a la inspiración de un niño y las enseñanzas de su querido abuelo.
FIN.