La Fiesta de Luli
Luli era una adolescente llena de sueños. Todos los años soñaba con las fiestas de 15 años de sus compañeras, decoradas con globos brillantes y luces centelleantes. Sin embargo, había algo que la inquietaba: la música a todo volumen.
Un día, su amiga Sofía invitó a todas sus compañeras a su fiesta de 15. Luli sonrió emocionada por la invitación, pero cuando escuchó que habría una banda en vivo, su corazón se hundió un poco. Luli siempre había deseado bailar y reír con sus amigas, pero la idea de la música rugiente la hacía sentir incómoda.
El día de la fiesta, Luli llegó con un vestido colorido y una sonrisa que intentaba ser grande. Pero al abrir la puerta del salón, el sonido de la música la golpeó. Luli se detuvo en seco, paralizada. Sofía llegó corriendo a su lado.
"¡Luli! ¡Qué hermosa que estás!" - dijo Sofía emocionada.
"Gracias, Sofía... pero... el sonido es muy fuerte..." - respondió Luli, sintiendo que su estómago se retorcía.
Sofía la miró preocupada. Sabía que Luli tenía algunas dificultades, pero no entendía del todo por qué la música la hacía sentir así.
"¿Quieres que busquemos un lugar más tranquilo?" - sugirió Sofía.
Luli asintió, aliviada, y juntas se dirigieron a un rincón del salón donde el sonido era menos abrumador. Allí, Luli pudo hablar más relajada.
"A veces, el ruido me lastima un poco. Me gustaría bailar, pero el volumen me pone nerviosa." - confesó Luli, sintiendo el peso de su corazón al dejar salir sus sentimientos.
Sofía escuchó atentamente y se dio cuenta de que lo que para ella podía ser un momento divertido, para Luli era complicado.
"No sabía que te sentías así, Luli. Pero podemos hacerlo diferente. ¿Qué te parece si le pido a la banda que baje el volumen un poco?" - preguntó Sofía.
Luli sonrió, sorprendida por la empatía de su amiga.
"¿De verdad puedes hacer eso?" - preguntó Luli con esperanza.
"Por supuesto, ¡queremos que todos se diviertan!" - respondió Sofía con determinación.
Sofía se acercó a la banda y habló con ellos. Les explicó lo que pasaba con su amiga Luli y la banda, sorprendida por su sinceridad, accedió a bajar el volumen. Cuando regresarón, el lugar ya no se sentía tan abrumador.
"¿Ves? Ahora es mucho más agradable." - dijo Sofía.
Luli se sintió más tranquila y, poco a poco, comenzó a disfrutar de la fiesta. Bailó con sus amigas, rió y hasta se tomó fotos con el vestido que tanto había adorado. El miedo se había disipado.
A medida que avanzaba la noche, Luli se dio cuenta de que había más que ruido. Había amistad, comprensión y aceptación. Al final, se acercó a Sofía y le dijo:
"Gracias por ayudarme a sentirme parte de la fiesta." - le sonrió con gratitud.
"Siempre estaré a tu lado, Luli. Lo importante es que todas podamos disfrutar juntas." - respondió Sofía alegremente.
Al día siguiente, Luli se sintió inspirada. Decidió hablar con sus compañeras en la escuela y contarles sobre su experiencia en la fiesta.
"Hola chicas, quería contarles algo... La música es hermosa, pero a veces puede ser abrumadora. Me alegra que Sofía me ayudara, y así pude disfrutar más..." - comenzó Luli.
Sus compañeras la miraron, atentas y sorprendidas. Una de ellas, Martina, levantó la mano:
"O sea, que no es que no querías venir, sino que era difícil para vos. ¡Eso no es justo!" - dijo, tomando conciencia de la situación.
Las demás chicas asintieron, y Luli sintió que estaba creando un cambio. Juntas, al final de la charla, decidieron organizar un espacio en futuras reuniones y fiestas donde todos pudieran disfrutar sin sentirse incómodos.
Cada año, las fiestas de 15 se volvieron más inclusivas. La música continuaba sonando, pero ahora todos sabían que era importante cuidar el espacio de los demás.
Luli aprendió que pedir ayuda no era algo malo, y sus amigas comprendieron que la amistad era también entender y respetar las diferencias. Juntas, vivieron más fiestas llenas de baile, música y risas.
Así, Luli encontró su lugar en el mundo, rodeada de amor y aceptación, demostrando que siempre es posible adaptar las cosas para que todos puedan disfrutar.
FIN.