La fiesta de Navidad con Copito
Había una vez un adolescente llamado Juan de 15 años que vivía en un pequeño pueblo. Juan era un chico muy solitario, ya que no tenía muchos amigos y pasaba la mayor parte del tiempo en casa.
Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, vio a un perro abandonado en una esquina. El perro parecía triste y hambriento. Sin pensarlo dos veces, Juan decidió acercarse a él. "Hola, amiguito.
¿Estás perdido?"- le preguntó Juan al perro mientras se agachaba para acariciarle la cabeza. El perro movió su cola y lamió la mano de Juan como agradecimiento. Desde ese momento, el vínculo entre ellos comenzó a crecer cada día más fuerte.
Juan decidió llevarse al perro a su casa y lo llamó Copito por su pelaje blanco como la nieve. Juntos pasaban los días explorando el campo cercano y jugando sin parar.
La Navidad estaba cerca y Juan estaba emocionado por celebrarla con Copito. Quería hacer algo especial para darle las gracias por haber llegado a su vida. Entonces tuvo una idea: organizarían una fiesta navideña para todos los animales del pueblo.
Con entusiasmo, Juan comenzó a preparar todo: decoraciones coloridas, comida rica y regalos especiales para cada animalito invitado. Invitaron a gatos callejeros, pájaros cantores e incluso algunos conejos de granja vecinos. La noche de Navidad llegó y el lugar estaba lleno de alegría y risas animales.
Todos disfrutaban de la compañía de los demás y el espíritu navideño llenaba el aire. Copito estaba feliz, había encontrado un hogar donde era amado y ahora tenía nuevos amigos.
Juan también se sentía realizado al ver la felicidad que su idea había traído a todos los animales. Mientras compartían una cena deliciosa, Juan miró a Copito con cariño y le dijo: "Gracias por enseñarme que la verdadera alegría está en ayudar a otros.
Nunca olvidaré esta Navidad tan especial". Copito movió su cola y pareció sonreír, como si supiera lo importante que era para Juan tenerlo en su vida. A partir de esa Navidad, Juan se convirtió en un defensor de los animales abandonados.
Ayudó a encontrar hogares amorosos para muchos perros y gatos necesitados del pueblo. La historia de Juan y Copito se convirtió en leyenda en el pueblo.
Cada año, durante las fiestas navideñas, se celebraba la tradicional fiesta para los animales gracias a ellos.
Y así, gracias a la valentía de un adolescente solitario y al amor incondicional de un perro abandonado, cada Navidad el pueblo recordaba que compartir momentos especiales con aquellos que más lo necesitan es lo que hace brillar verdaderamente esta mágica época del año.
FIN.