La Fiesta del Bosque Mágico
En una ciudad bulliciosa, dos amigos, Tomás y Valentina, se sentían algo desanimados. Trataron de encontrar maneras de divertir su tiempo, pero todo parecía repetitivo y monótono. Una tarde, mientras caminaban por el parque central, escucharon un estruendo de risas y música. Curiosos, decidieron investigar.
"¿Escuchás eso, Tomás? Suena como una fiesta", dijo Valentina, mirando a su alrededor.
"Sí, ¿deberíamos acercarnos?", respondió Tomás, intrigado.
Al llegar, se encontraron con una increíble celebración al aire libre. Había globos de colores, luces brillantes, y un escenario adornado con flores. Pero lo más fascinante era la música que llenaba el aire.
"Esto es impresionante", exclamó Valentina, dejando volar su imaginación. "Daría cualquier cosa por tocar un instrumento y ser parte de esta fiesta".
"¿Por qué no?", sugirió Tomás. "Tal vez haya instrumentos por aquí que podamos usar".
Con esa idea, empezaron a buscar. Entre risas y juegos, dieron con una carpa llena de instrumentos musicales. Había guitarras, trompetas, tambores, y un mándola brillante que parecía llamar a Valentina.
"¡Mirá esto!", gritó ella, sosteniendo el mándola.
"¡Y yo encontré esta guitarra!", dijo Tomás, con una gran sonrisa.
Ambos decidieron que no sólo iban a tocar, sino también a organizar su propia mini fiesta para compartir con los demás. Así que con habilidad, empezaron a ensayar canciones que habían escuchado, llenando el aire con melodías contagiosas.
Mientras practicaban, notaron que los asistentes comenzaron a acercarse, atraídos por el sonido alegre.
"¡Vengan! ¡Únanse! Vamos a hacer una fiesta improvisada!", gritó Valentina, emocionada.
"Sí, todos son bienvenidos a tocar un instrumento y cantar con nosotros", siguiéndola Tomás.
A medida que más personas se unieron, el bosque cercano se transformó en un lugar mágico lleno de risas y música. Cada uno aportaba su toque: algunos bailaban, otros tocaban instrumentos, y todos cantaban al unísono.
Sin embargo, en medio de la diversión, llegó un grupo de padres preocupados que estaban buscando a sus hijos. La música y la risa parecen haberlos llevado a un lugar inesperado.
"¿Qué sucede?", preguntó una madre, mirando a su alrededor.
"Estamos haciendo una fiesta!", dijo Valentina con inocencia. "¿Quieren unirse?"
"Nos encantaría, pero debemos volver a la ciudad", respondió el padre, aliviado al ver que todos estaban bien.
Valentina y Tomás, preocupados de que la tristeza de la ciudad interrumpiera la alegría del bosque, tuvieron una idea brillante.
"¿Y si llevamos la fiesta de vuelta a la ciudad?", sugirió Tomás.
"¡Sí! Podemos hacer conciertos en el parque de la ciudad!"
Después de hablar con todos, acordaron organizar un festival mensual en el parque de su ciudad. Llevarían alegría y música a todos, no solo ese día en el bosque mágico.
Así que, con alegría en el corazón y un plan en mente, comenzaron a repartir volantes y a invitar a otros a unirse. La primera fiesta en el parque fue un éxito rotundo. La música y los bailes llenaron el aire, y los dos amigos se sintieron más felices que nunca.
"Mirá todo lo que logramos", dijo Valentina.
"Nunca subestimes el poder de la música y la amistad", respondió Tomás, sonriéndole.
Y así, desde ese día, cada mes se convertía en una oportunidad para celebrar, cantar y bailar. El bosque mágico y la ciudad se habían unido a través de la música, y todo gracias a dos amigos que se atrevían a soñar. La amistad y la cultura se convirtieron en motivos para llenar de color y alegría tanto al bosque como a la ciudad, recordando a todos que siempre hay un rincón especial donde la diversión y la música pueden brillar con fuerza.
Y así, en cada fiesta, la esencia del bosque mágico seguía viva, invitando a todos a compartir risas y notas, no importa dónde estén. Al final, Tomás y Valentina aprendieron que la música es un lenguaje universal que conecta a todos, y su amistad se volvió más fuerte y brillante cada día.
FIN.