La Fiesta del Bosque Musical



En el corazón del Bosque Musical vivían diferentes familias de instrumentos. Había una familia de cuerdas, otra de vientos, una de percusión y, por supuesto, la familia de los metales. Cada familia tenía un sonido único: las cuerdas sonaban suaves y melódicas, los vientos traían melodías alegres, la percusión hacía que todos sintieran el ritmo en su corazón, y los metales brillaban con sus notas fuertes y resonantes.

Un día, el abuelo de la familia de cuerdas, Don Violín, dijo: "¡Chicos, se me ha ocurrido una idea! ¿Por qué no hacemos una gran fiesta para que todos los animales del bosque escuchen y bailen nuestra música?"

Todos los instrumentos se miraron emocionados. "¡Sí! ¡Eso suena genial!", gritó Doña Guitarra. "¿Cuándo la haríamos?", preguntó el pequeño Ocarina, lleno de energía.

"La haremos el próximo sábado", propuso Don Violín. Y así,, cada familia comenzó a prepararse. Los de cuerdas acordaban sus tonos y ensayaban hermosas melodías; los vientos soplaban suavemente en sus instrumentos, creando canciones frescas. La percusión estaba ocupada haciendo ritmos pegajosos, mientras que los metales elegían sus mejores notas, que resonarían por todo el bosque.

Sin embargo, algunos animales como el astuto Zorro y la perezosa Tortuga se mostraron escépticos. "¿Por qué tendríamos que ir a una fiesta de instrumentos?", murmuró el Zorro. "No hay nada mejor que quedarnos cómodos en casa", agregó la Tortuga con un bostezo.

El día de la fiesta llegó. El clima era perfecto, el sol brillaba y todos los animales se reunieron en el claro del bosque. El escenario estaba decorado con flores de colores y luces que brillaban con la luz del sol.

La familia de cuerdas subió primero al escenario. Don Violín tocó una hermosa melodía, capturando la atención de todos. "¡Escuchá!", exclamó una amable Liebre. "¡Es como poesía!"

Después de ellos, la familia de vientos tomó el mando. Su música era fresca como una brisa de primavera. "¡Esto es increíble!", dijo la ardilla emocionada. "No puedo parar de moverme!".

Cuando llegó el turno de la percusión, el ritmo contagioso hizo que hasta el Zorro y la Tortuga se animaran y empezaran a mover la cola y las patas. "¡Esto no es tan malo después de todo!", admitió el Zorro mientras tamborileaba con su pata.

Finalmente, la familia de metales brilló con su música resonante. Los sonidos llenaron el bosque con fuerza y energía. "¡Viva! ¡Viva!", gritaron todos los animales, y hasta la Tortuga, que siempre había sido un poco reacia a unirse, movió sus patas al ritmo de la música.

Sin embargo, justo cuando la fiesta estaba en su apogeo, el cielo se oscureció repentinamente y comenzó a llover. ¡Todos los instrumentos entraron en pánico! La fiesta estaba a punto de arruinarse. "¡No puede ser!", exclamó Doña Guitarra.

Pero Don Violín, que siempre sabía qué hacer, dijo: "¡Espera! ¡Nadie se irá! Vamos a tocar una canción especial exactamente para este momento!". Todos se miraron asombrados, pero decidieron confiar en su líder.

Así fue como todos los instrumentos juntos crearon una música alegre, que celebraba el cambio de clima. En lugar de arruinar la fiesta, la lluvia se convirtió en parte del espectáculo. Los animales comenzaron a bailar bajo la lluvia, riendo y disfrutando del momento mágico.

Un poco después, el sol salió de nuevo y un hermoso arcoíris iluminó el cielo. "¡Miren!", gritó la ardilla, emocionada. "Es el resultado de nuestra música y la lluvia!"

Al final de la fiesta, todos los animales, incluidos el Zorro y la Tortuga, reconocieron que la música de las familias de instrumentos había creado un recuerdo inolvidable.

"¡Eso superó mis expectativas!", dijo el Zorro sonriendo. "¡Deberíamos tener más fiestas así!". La Tortuga, ahora muy animada, concluyó: "Tal vez la próxima vez, nos unamos con todos los instrumentos para tocar juntos. ¡Una gran fusión!".

Y así, en el Bosque Musical, no solo aprendieron a tocar sus propias melodías, sino que también descubrieron el valor de la colaboración, la amistad y la alegría de compartir momentos juntos.

Desde ese día, cada vez que escuchaban caer la lluvia, sabían que podían hacer música con sus corazones y disfrutar de una fiesta con los amigos, creando magia.

FIN.

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