La fiesta del dinosaurio
Un día, mientras paseaban por el bosque, Juan y Annita escucharon un ruido extraño. Se acercaron con cautela y vieron a un dinosaurio lastimado en el suelo. -¡Mira! ¡Es un dinosaurio! -exclamó Juan emocionado. -Pobrecito, está lastimado.
Debemos ayudarlo -dijo Annita con preocupación. Juan y Annita se acercaron al dinosaurio con cuidado. El animal parecía asustado al principio, pero luego se dio cuenta de que los niños solo querían ayudarlo.
-¿Qué le pasa? -preguntó Juan al dinosaurio. -Mi pata está herida -respondió el animal con una voz profunda y ronca-. Me duele mucho y no puedo caminar bien. -Debemos llevarlo a casa para curarlo -dijo Annita decidida.
Los niños pensaron en cómo podrían hacer para transportar al dinosaurio hasta la casa de Juan sin lastimarlo más. Fue entonces cuando se les ocurrió una idea brillante: construir una especie de camilla improvisada con ramas y hojas secas para poder llevarlo cómodamente.
Así lo hicieron, trabajando juntos durante horas hasta que finalmente lograron crear la camilla perfecta para transportar al dinosaurio herido. Con mucho esfuerzo, lograron cargarlo sobre ella y comenzaron a avanzar hacia la casa de Juan.
El camino fue largo e incierto, pero los niños no perdieron la esperanza ni la determinación.
Finalmente llegaron a su destino y llevaron al dinosaurio directo a donde podían curar sus heridas: el veterinario del pueblo, quien quedó sorprendido al ver a un dinosaurio en su clínica. -¡Increíble! Nunca había visto algo así -exclamó el veterinario-. Pero no te preocupes, lo curaremos enseguida. Después de unos días de cuidados intensivos, el dinosaurio comenzó a recuperarse poco a poco.
Juan y Annita se encargaron de visitarlo todos los días para asegurarse de que estuviera bien y le llevaron hojas frescas para que pudiera alimentarse adecuadamente. Finalmente, llegó el día en que el dinosaurio estaba completamente curado.
Los niños sabían que era hora de dejarlo libre en la naturaleza una vez más, pero no querían despedirse sin antes hacer algo especial por él. Así fue como organizaron una gran fiesta de despedida para el dinosaurio.
Invitaron a todos sus amigos del pueblo y prepararon una mesa llena de frutas y verduras frescas para compartir con él. Incluso hicieron una piñata con forma de huevo de dinosaurio y llenaron su interior con golosinas saludables para que pudieran disfrutar juntos.
La fiesta fue un éxito rotundo y todos se divirtieron muchísimo junto al amigable dinosaurio. Al final del día, Juan y Annita caminaron con él hasta la entrada del bosque donde lo habían encontrado originalmente.
-Fue increíble conocerte -dijo Juan mientras acariciaba la cabeza del animal-. Siempre te recordaremos como nuestro amigo especial. El dinosaurio asintió con cariño antes de internarse nuevamente en la espesura del bosque.
Juan y Annita se quedaron allí por un rato, viendo cómo se alejaba entre los árboles, antes de regresar a casa con una sensación de felicidad y satisfacción en sus corazones. Sabían que habían hecho algo especial por un ser vivo necesitado y eso era lo que más importaba.
FIN.