La Fiesta del Molino Alocado



En un pequeño pueblo llamado Viento Alegre, había un molino llamado Puchi. Era un molino muy especial, no solo porque molía el trigo para hacer harina, sino porque estaba lleno de vida y siempre tenía una sonrisa en su hélice. Puchi era un molino alocado que adoraba las fiestas y siempre soñaba con organizar la mejor celebración del año.

Un día, mientras giraba en su lugar, Puchi decidió que era tiempo de hacer una gran fiesta para todos los habitantes del pueblo.

"¡Voy a invitar a todos! Será la fiesta más grande de Viento Alegre!", gritó con entusiasmo.

Así que Puchi comenzó a planificar: hizo listas de invitados, preparó una gran mesa y decoró su alrededor con coloridos papeles. Pero había algo que le preocupaba:

"¿Y si no viene nadie? Ya sé, haré algo especial!".

Puchi decidió que su fiesta tendría una actividad divertida: una competencia de baile. Era una idea brillante, pero para que todos se divirtieran, necesitaba la ayuda de sus amigos del pueblo.

Primero, fue a visitar a la gallina Pinta, que siempre contaba chistes en las ferias.

"¡Hola, Pinta! ¿Te gustaría contar chistes en mi fiesta?", preguntó Puchi.

"¡Claro que sí! Pero también necesito un lugar para mis gallinas, ya que no pueden faltar", replicó Pinta.

Luego, fue a ver a Don Perico, el zorro más astuto del pueblo.

"Don Perico, usted es el mejor bailarín de Viento Alegre, ¿puede ayudarme a preparar la competencia de baile?", le pidió Puchi.

"¡Solo si me prometes que me darás un buen plato de maíz después!", aceptó Don Perico con una sonrisa.

Así, Puchi fue a buscar a todos sus amigos: las vacas bailarinas, las ovejas cantantes y hasta los patos bailarines. Todos estaban muy emocionados de participar en la gran fiesta del molino. Sin embargo, había un problema: el día antes de la fiesta, empezó a llover sin parar y todos estaban preocupados.

"¿Qué haremos si no podemos celebrar?", comentó Pinta tristemente.

"No me rindo tan fácil", dijo Puchi con determinación. "¡Vamos a pensar en una solución!"

El molino tuvo una idea brillante. Decidió construir un gran toldo con su propia tela de la vieja lona que tenía en su interior. Mientras el viento soplaba y la lluvia caía, Puchi y sus amigos trabajaron juntos para cubrir la mesa y el espacio de baile.

Finalmente, llegó el día de la fiesta y, aunque el cielo seguía nublado, el ambiente estaba lleno de alegría. Poco a poco, los habitantes del pueblo comenzaron a llegar. Con luces y música, la fiesta comenzó.

"¡Bienvenidos a la fiesta del molino Puchi!", exclamó Puchi emocionado.

"¿Listos para la competencia de baile?", preguntó Don Perico.

"¡Sí!", gritaron todos al unísono.

Las risas y el baile llenaron el aire, y hasta la lluvia parecía disfrutar de la fiesta, convirtiéndose en una suave melodía de fondo. Pinta hizo reír a todos con sus chistes, las vacas mostraron sus pasos de baile más locos y, al final, todos se unieron para una gran danza.

A medida que avanzaba la noche, Puchi sintió que estaba cumpliendo su sueño. La fiesta no solo había reunido a los amigos, sino que había hecho que todos se sintieran parte de algo especial.

"¡Esto es más grande de lo que imaginé!", exclamó Puchi mientras giraba con alegría.

"¡Así es!", dijeron sus amigos. "Gracias por hacer esto posible, Puchi!".

La fiesta terminó con una gran lluvia de confeti y el canto de todos los habitantes del pueblo, quien prometieron que harían de esta celebración una tradición anual. Entonces, Puchi comprendió algo importante: cuando trabajamos juntos y compartimos lo que amamos, podemos hacer que cualquier sueño se convierta en una realidad.

Y así, la fiesta del molino alocado Puchi se convirtió en la más recordada de Viento Alegre, mostrando que siempre, cuando se trabaja en equipo y se tienen buenos amigos, la verdadera alegría está en compartir momentos juntos.

FIN.

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