La Fiesta en el Desierto



Leila estaba emocionada por cumplir 30 años y había decidido celebrarlo en su país natal, Israel, junto a su marido Rom, su madre Ester y su hermano Brian. Habían planeado una semana llena de aventuras y actividades divertidas.

El primer día visitaron el Mar Muerto y se untaron barro en la piel para disfrutar de sus propiedades curativas. Luego fueron a un restaurante típico donde probaron falafel, hummus y shawarma mientras bailaban al ritmo de la música tradicional.

El segundo día fue aún más emocionante ya que habían reservado un tour por el desierto del Néguev en camello. Leila estaba un poco nerviosa pero también emocionada por esta experiencia única.

Mientras cabalgaban en los camellos, Brian comenzó a contarles historias sobre la vida en el desierto y cómo sobrevivían las tribus antiguas. Pero justo cuando pensaban que nada podía salir mal, una tormenta de arena se desató sorprendiéndolos en medio del camino.

La visibilidad era casi nula y no sabían hacia dónde iban. Rom intentaba mantener la calma mientras Ester rezaba para que todo saliera bien. De repente escucharon un ruido extraño cerca de ellos.

Era un hombre beduino que les ofreció refugio en su campamento hasta que pasara la tormenta. Allí compartieron té caliente con los habitantes locales mientras contaban historias alrededor del fuego.

Después de haber pasado una noche inolvidable bajo las estrellas, continuaron con sus planes para celebrar el cumpleaños de Leila visitando Jerusalén al día siguiente. Fueron a la Ciudad Vieja y visitaron el Muro de los Lamentos, donde Leila hizo una oración especial por su familia y amigos.

Mientras caminaban por las calles estrechas del barrio judío, se encontraron con un grupo de niños jugando al fútbol. Brian se animó a jugar con ellos y pronto todos estaban riendo y divirtiéndose juntos.

Fue un momento muy emotivo para Leila ya que recordó sus propios juegos en las calles de Jerusalén cuando era niña. La semana terminó con una cena especial en un restaurante elegante donde brindaron por la vida de Leila y todo lo que habían compartido juntos en Israel.

Fue una celebración llena de amor, aventuras inesperadas e historias emocionantes que nunca olvidarían. Leila aprendió que la vida está llena de giros inesperados pero también de momentos mágicos que hacen que cada día valga la pena vivirlo al máximo.

Agradeció a su familia por haber hecho posible esta experiencia única e inspiradora.

FIN.

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