La Fiesta en el Jardín de los Sueños



Había una vez en una linda casa con un jardín muy grande, dos niños y dos niñas de 4 años que estaban felices porque iban a tener una fiesta en su casa con toda su familia.

Los niños se llamaban Martín y Sofía, y las niñas se llamaban Valentina y Julieta. La mamá de Martín y Sofía había preparado una mesa llena de golosinas, tortas y jugos para que todos disfrutaran.

La abuela de los niños había traído globos de colores y música alegre para bailar. Todos estaban contentos y listos para pasar un día maravilloso juntos. - ¡Qué lindo estar todos juntos! - exclamó la mamá de Martín y Sofía.

- ¡Sí! ¡Es genial tener a toda la familia acá! - respondió la abuela. Los niños corrían por el jardín, jugaban a la rayuela, se columpiaban y reían sin parar. Estaban tan felices de poder compartir ese momento especial con sus seres queridos.

De repente, Valentina propuso jugar a las escondidas. - ¡Vamos a jugar a las escondidas! Yo empiezo contando hasta diez - dijo Valentina emocionada. Los demás asintieron con entusiasmo y comenzaron a buscar el mejor lugar para esconderse.

Martín se ocultó detrás del árbol más grande, Sofía se metió debajo de la mesa, Julieta se camufló entre las plantas del jardín, mientras que Valentina cerró los ojos y empezó a contar en voz alta. - Uno, dos, tres...

- contaba Valentina mientras los otros buscaban su escondite perfecto. Después de un rato buscando por todo el jardín, Valentina encontró a cada uno de sus primos escondidos en sus lugares secretos.

Todos rieron divertidos al ser descubiertos e inmediatamente quisieron volver a jugar otra vez. La tarde pasaba volando entre juegos, risas y abrazos. Los niños estaban felices compartiendo esos momentos especiales con su familia.

Al caer la noche, la mamá les ofreció hacer una fogata en el patio para cocinar malvaviscos. - ¡Qué divertido! Nunca hice esto antes - exclamó Julieta emocionada. Todos se sentaron alrededor del fuego cantando canciones mientras asaban los malvaviscos en palitos largos.

El calor del fuego los reconfortaba mientras veían cómo los malvaviscos dorados brillaban bajo las estrellas en el cielo nocturno. Finalmente, llegó el momento de irse a dormir después de un día lleno de diversión y alegría.

Los niños abrazaron a sus padres y abuelos antes de acostarse sabiendo que tenían recuerdos maravillosos grabados en sus corazones para siempre.

Y así terminó esta hermosa fiesta familiar donde dos niños y dos niñas aprendieron lo importante que era estar juntos, cuidarse mutuamente y disfrutar cada instante como si fuera único e irrepetible.

FIN.

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