La fiesta en honor a Sarita
Demesia vivía con su marido Vivia en las orillas del Puente Alonso. Cuando Demesia estaba embarazada de Sarita, los doctores le dijeron que el embarazo era riesgoso y que la niña no viviría. Desesperada, Demesia hizo una promesa a la virgen de Itatí, pidiendo que su hija naciera sana. Prometió que, si todo salía bien, cada 16 de julio haría una fiesta en honor a la virgen.
Por un milagro, Sarita nació fuerte y sana. Demesia y Vivia cumplieron su promesa y, desde entonces, cada 16 de julio, celebraban una gran fiesta en su casa, con amigos, familia y vecinos.
Sarita, ahora con 71 años, disfrutaba de la fiesta en su honor cada año. Era una mujer amable y generosa, conocida por toda la comunidad por su espíritu alegre y su capacidad para ayudar a los demás.
Un día, mientras Sarita estaba preparando la fiesta, un grupo de niños del barrio se le acercó.
"Sarita, ¿por qué celebras esta fiesta todos los años?" preguntó curiosa una niña llamada Martina.
Sarita sonrió y reunió a los niños a su alrededor. Les contó la emocionante historia de cómo había nacido gracias a la promesa que su mamá había hecho a la virgen. Les habló sobre la importancia de la fe, la esperanza y el agradecimiento.
Los niños escucharon con atención, impresionados por la historia de Sarita. A medida que hablaba, comenzaron a comprender la importancia de ser agradecidos y de mantener viva la esperanza en los momentos difíciles.
Después de escuchar la historia, Martina y los demás niños decidieron ayudar a Sarita con los preparativos de la fiesta. Juntos, decoraron la casa, prepararon la comida y se aseguraron de que todo estuviera listo para recibir a los invitados.
La fiesta en honor a Sarita fue un gran éxito. Los vecinos se unieron en un espíritu de alegría y solidaridad, recordando la importancia de la fe y la esperanza. Sarita se emocionó al ver cómo la historia de su nacimiento había inspirado a tantas personas a su alrededor.
Desde ese día, los niños del barrio continuaron ayudando a Sarita cada año, manteniendo viva la tradición de la fiesta en honor a su milagroso nacimiento. La historia de Sarita y su fiesta se convirtió en un recordatorio para todos de que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la fe pueden traer milagros y unir a una comunidad en amor y gratitud.
FIN.