La fiesta en la casa del árbol
Había una vez en un barrio muy alegre de Buenos Aires, tres amigos inseparables: Martín, Sofía y Lucas. Les encantaba jugar juntos todos los días después de la escuela en el parque cerca de sus casas.
Un día, mientras estaban jugando en la casa del árbol que habían construido con tanto esfuerzo, escucharon un ruido muy fuerte. ¡El techo de la casa se estaba cayendo! Una piedra lo había golpeado y todo parecía estar desmoronándose.
Los chicos salieron corriendo asustados y se refugiaron en la casa de Martín. "¡Qué susto! ¿Están bien?", preguntó la mamá de Martín al ver a los tres amigos temblando. "Sí, estamos bien", respondió Sofía con voz temblorosa.
Los chicos estaban preocupados por su casa del árbol, era su lugar especial donde compartían tantos momentos felices. Decidieron ir a ver qué había pasado y cómo podrían arreglarlo.
Al llegar a la casa del árbol, encontraron que no solo el techo se había caído, sino que las paredes estaban llenas de grietas y el sillón que habían llevado para descansar también estaba destrozado. Estaban tristes al ver su querido lugar en ese estado.
"¿Qué vamos a hacer ahora? No podemos jugar aquí", dijo Lucas con cara de preocupación. "No te preocupes, chicos. Vamos a encontrar una solución juntos", les dijo Martín tratando de animarlos. Decidieron pedir ayuda a sus vecinos para reconstruir la casa del árbol.
Pronto llegaron muchos vecinos con herramientas y materiales para ayudarlos. Juntos levantaron un nuevo techo más resistente, arreglaron las paredes y hasta pusieron un cordón alrededor para decorarla. Mientras trabajaban juntos, escucharon sirenas acercándose.
Era la policía que venía a investigar lo ocurrido con el techo caído en la casa del árbol. Al ver el esfuerzo y trabajo duro de los niños junto con sus vecinos para reconstruirlo, decidieron no tomar ninguna medida drástica.
Finalmente, cuando terminaron de arreglar la casa del árbol, los chicos invitaron a todos los vecinos a una fiesta para celebrar su nueva y mejorada casa del árbol. Incluso invitaron al famoso futbolista Gago y al legendario Cafu como invitados especiales.
Todos bailaron al ritmo de la música que sonaba por todo el barrio y disfrutaron juntos de una tarde llena de alegría y compañerismo.
Los chicos aprendieron que trabajando juntos pueden superar cualquier obstáculo y que siempre hay personas dispuestas a ayudar cuando más lo necesitas. Desde ese día, la casa del árbol se convirtió en un símbolo de amistad y solidaridad en el barrio donde todos eran bienvenidos a jugar y compartir momentos inolvidables.
FIN.