La fiesta estelar


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Lunaria, una luna muy especial llamada Luna. Ella era la encargada de iluminar las noches con su luz brillante y siempre estaba rodeada de estrellas que adornaban el cielo.

Sin embargo, un día algo extraño sucedió: todas las estrellas desaparecieron del firmamento. Luna se sintió muy preocupada por sus amigas estrellas y decidió emprender un viaje para encontrarlas.

Recorrió montañas, valles y ríos, preguntando a cada ser que encontraba si había visto alguna estrella perdida. Pero nadie sabía nada acerca de ellas. Después de mucho caminar, Luna llegó a un bosque mágico donde habitaban los duendes. Los duendes eran conocidos por tener mucha sabiduría y poderes especiales.

Luna se acercó a uno de ellos llamado Trisón y le preguntó si sabía algo sobre las estrellas perdidas. "¡Hola Trisón! Estoy buscando desesperadamente a mis amigas estrellas ¿Has visto alguna por aquí?"- preguntó Luna con voz temblorosa.

Trisón miró a Luna con curiosidad y le respondió: "Sí, he oído hablar de eso. Las estrellas están escondidas en algún lugar del universo porque se sienten tristes.

"-Luna quedó sorprendida al escuchar esto y le pidió ayuda a Trisón para encontrarlas. "Claro que sí, querida Luna. Pero primero debemos descubrir qué les pasó para que se sientan así"- respondió Trisón mientras agitaba su varita mágica. Juntos, Luna y Trisón comenzaron a investigar.

Descubrieron que las estrellas se habían sentido ignoradas por los humanos, ya que estos pasaban la mayor parte de su tiempo mirando sus dispositivos electrónicos en lugar de mirar al cielo.

Luna sintió mucha tristeza al enterarse de esto y decidió hacer algo para cambiarlo. Junto a Trisón idearon un plan: crearían una gran fiesta en el pueblo Lunaria para que todos los habitantes pudieran disfrutar del hermoso espectáculo celestial.

Invitaron a todos los niños y adultos del pueblo, prepararon comida deliciosa y organizaron juegos divertidos. Llegado el momento, todos se reunieron en la plaza principal esperando ver algo maravilloso. Entonces, Luna apareció en todo su esplendor y comenzó a brillar con más fuerza que nunca.

Poco a poco, las estrellas comenzaron a regresar al cielo, una por una. Los habitantes del pueblo quedaron asombrados por el increíble espectáculo y no podían dejar de mirar hacia arriba.

"¡Mira mamá! ¡Las estrellas están volviendo!"- exclamó emocionada Sofía, una niña del pueblo. Desde ese día, las personas aprendieron a valorar el cielo nocturno y siempre dedicaban un momento para admirarlo antes de dormir. Las estrellas se sentían amadas nuevamente y llenas de alegría al ser observadas desde la Tierra.

Luna estaba feliz porque había logrado devolverle la felicidad a sus amigas estrellas. A partir de entonces, todas juntas iluminaron las noches de Lunaria y recordaron a los humanos la importancia de apreciar la belleza que nos rodea.

Y así, Luna enseñó a todos que el cielo nocturno es un tesoro valioso que debemos cuidar y disfrutar.

Desde aquel día, cada vez que alguien miraba al cielo, una estrella brillaba más fuerte como si quisiera decirles: "Gracias por recordarnos lo especiales que somos".

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