La fiesta mágica


or el campo, saltando y riendo mientras disfrutaban del sol radiante. Mientras corrían, se encontraron con una señora mayor que estaba sentada en un banco. La señora parecía triste, así que Pepe decidió acercarse y preguntarle qué le sucedía.

"Buenos días, señora. ¿Está bien? Parece triste", dijo Pepe con amabilidad. La señora suspiró y respondió: "Sí, querido. Estoy un poco triste porque hoy es mi cumpleaños y no tengo a nadie con quien celebrarlo".

Pepe miró a Lola y Bruno, quienes asintieron en silencio. Juntos tuvieron una idea maravillosa para alegrar el día de la señora. Se acercaron a ella y le dijeron: "¡Feliz cumpleaños! Hemos decidido hacer de este día especial para usted".

La señora sonrió emocionada al ver la bondad de los niños. Les agradeció con lágrimas en los ojos mientras ellos le entregaban flores silvestres que habían recogido durante su carrera.

Decidieron llevarla al parque cercano donde organizaron una pequeña fiesta sorpresa. Decoraron el lugar con globos coloridos y prepararon deliciosos bocadillos caseros que habían llevado de casa. Los niños invitaron a otros amigos del parque para unirse a la celebración.

Pronto, todos estaban riendo juntos, compartiendo historias divertidas e incluso bailando al ritmo de la música que Bruno había traído consigo. La señora estaba tan feliz que olvidó por completo su tristeza inicial.

Los niños le regalaron una tarjeta especial que habían hecho con sus propias manos y todos cantaron "Feliz Cumpleaños" mientras ella soplaba las velas en su pastel. La fiesta continuó hasta la tarde, cuando finalmente tuvieron que despedirse.

La señora agradeció a los niños por haberle dado el mejor cumpleaños de su vida y les prometió que nunca olvidaría ese día tan especial. Pepe, Lola y Bruno se sintieron felices y orgullosos de haber hecho sonreír a alguien en su cumpleaños.

Aprendieron la importancia de ser amables y considerados con los demás, especialmente en momentos difíciles. Desde aquel día, Pepe, Lola y Bruno siguieron teniendo aventuras juntos, pero siempre recordaban la alegría que habían traído a la señora en su cumpleaños.

Y así, aprendieron que un pequeño acto de bondad puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

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