La fiesta mágica de la amistad



El duende, sorprendido por el timbre, dejó rápidamente su taza de café y se dirigió a la puerta. Cuando abrió, se encontró con una niña llamada Sofía parada frente a él. - ¡Hola, duende! -saludó Sofía con una sonrisa-.

¿Puedo entrar? El duende dudó un momento, pero finalmente asintió y permitió que Sofía entrara en su cabaña. - ¿Qué te trae por aquí? -preguntó el duende curioso.

Sofía miró alrededor, fascinada por la decoración mágica de la cabaña del duende. - Escuché que eres muy travieso y quería conocerte. Además, necesito tu ayuda -dijo Sofía con determinación. El duende se sintió halagado por las palabras de la niña y decidió escucharla atentamente.

- Verás, en mi colegio hay un niño llamado Tomás que siempre está solo y triste. Nadie quiere jugar con él porque es diferente.

Quiero hacer algo para ayudarlo y pensé que tú podrías ayudarme a planear algo especial para él -explicó Sofía. El duende reflexionó unos instantes antes de responder. - Está bien, Sofía. Pero en lugar de hacer travesuras maliciosas como tenía planeado antes... haremos algo bueno para cambiarle el ánimo a Tomás.

¿Te parece? Sofía asintió emocionada ante la idea del cambio de planes del duende. Juntos comenzaron a pensar en ideas para sorprender a Tomás y hacerlo sentir especial en el colegio.

Decidieron organizar una fiesta sorpresa para él, con juegos divertidos y su comida favorita. El duende utilizó su magia para decorar el salón de clases con globos y confeti. Sofía invitó a todos sus compañeros, explicándoles la situación de Tomás y pidiéndoles que le dieran una oportunidad.

Cuando llegó el día de la fiesta, Tomás entró al salón sin esperarse nada en absoluto. Al ver la sorpresa preparada especialmente para él, sus ojos se llenaron de alegría y emoción. Todos los niños se acercaron a saludarlo y jugar juntos.

- ¡Feliz cumpleaños adelantado, Tomás! -gritó Sofía con entusiasmo. Tomás quedó perplejo ante las palabras de Sofía. Nunca antes había tenido una celebración así. - No es mi cumpleaños... -susurró Tomás confundido.

Sofía sonrió y explicó:- Lo sé, pero hoy queremos celebrar lo especial que eres. Queremos que sepas que no estás solo y que siempre habrá alguien dispuesto a ser tu amigo.

Tomás, emocionado por las muestras de amistad y cariño hacia él, no pudo evitar soltar algunas lágrimas de felicidad. A partir de ese día, todo cambió en el colegio. Los niños comenzaron a conocer a Tomás realmente y descubrieron lo maravilloso que era tenerlo como amigo.

El duende observaba desde un rincón cómo la magia del amor y la amistad transformaban vidas tan diferentes como las de Sofía y Tomás.

Se dio cuenta de que dedicar tiempo a hacer el bien a los demás era mucho más gratificante que cualquier travesura maliciosa. Desde aquel día, el duende se convirtió en un aliado de Sofía y Tomás, ayudándolos a promover la inclusión y la amistad en su colegio.

Juntos demostraron que cada persona es especial a su manera y merece ser tratada con amor y respeto. Y así, gracias al duende travieso pero bondadoso, Sofía y Tomás descubrieron que las mejores travesuras son aquellas que hacen felices a los demás.

FIN.

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