La fiesta solidaria de Mafalda
Había una vez, en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una hermosa niña llamada Mafalda. Mafalda era curiosa, inteligente y siempre tenía preguntas sobre el mundo que la rodeaba.
Vivía con sus padres y su gato Guille, quien siempre estaba dispuesto a acompañarla en todas sus aventuras. Mafalda estaba emocionada porque se acercaba su cumpleaños. El 23 de enero era una fecha muy especial para ella, ya que cumpliría ocho años.
Sus padres le habían prometido organizarle una fiesta sorpresa con todos sus amigos del vecindario. Un día antes de su cumpleaños, Mafalda decidió hacer algo diferente. Quería celebrar su último día como una niña de siete años ayudando a los demás.
Recordó haber escuchado a sus padres hablar sobre un hogar para niños sin hogar cercano al barrio. Sin perder tiempo, Mafalda se puso su abrigo rojo favorito y salió corriendo hacia el hogar.
Al llegar allí, se encontró con muchos niños tristes y solitarios. Sin dudarlo, se acercó a ellos y les ofreció su amistad. - ¡Hola! Soy Mafalda ¿Y ustedes cómo se llaman? -preguntó sonriente. Los niños la miraron sorprendidos pero pronto comenzaron a hablar con ella.
Mafalda les contó historias divertidas e hizo chistes para alegrarles el día. Juntos jugaron al fútbol en el patio del hogar y compartieron dulces que había llevado Mafalda.
Horas después, Mafalda se despidió de sus nuevos amigos prometiéndoles que volvería pronto. Al regresar a casa, encontró a su mamá y papá preparando todo para la fiesta sorpresa. - ¡Feliz cumpleaños adelantado! -gritaron todos al verla entrar. Mafalda estaba emocionada pero también sentía una mezcla de alegría y tristeza.
Quería compartir su día especial con los niños del hogar, pero no quería arruinar la sorpresa de sus padres. Decidió hacer algo inesperado.
Les contó a sus padres sobre su visita al hogar y les pidió si podían invitar a los niños para que también pudieran disfrutar de la fiesta. Sus padres quedaron impresionados por el noble gesto de Mafalda y aceptaron su propuesta sin dudarlo.
Juntos organizaron una gran celebración en el jardín, con globos, música y mucha comida deliciosa. Cuando llegaron los niños del hogar, se sorprendieron al ver tanta felicidad esperándolos. Mafalda se acercó a cada uno de ellos y les presentó a sus amigos del barrio.
Los juegos comenzaron y las risas llenaron el aire mientras todos compartían momentos especiales juntos. Al finalizar la fiesta, Mafalda recibió muchos abrazos y palabras de gratitud por parte de los niños del hogar.
Se dio cuenta de lo importante que es ayudar a quienes más lo necesitan y cómo un pequeño gesto puede cambiarles el día. A partir de ese día, Mafalda decidió dedicarse siempre a ayudar a los demás.
Su cumpleaños se convirtió en una fecha especial no solo para ella, sino también para los niños del hogar, quienes recordaban con cariño aquel día lleno de alegría y amistad.
Y así fue como la hermosa niña Mafalda aprendió que el verdadero regalo de cumpleaños está en compartir momentos felices con quienes más lo necesitan, haciendo del mundo un lugar mejor.
FIN.