La fiesta sorpresa de Martín



Había una vez un joven llamado Martín, quien había conseguido su primer trabajo en la pizzería más popular de la ciudad.

Martín estaba emocionado por trabajar allí, pero no sabía que esa pizzería tenía algo muy especial: unos animatrónicos que cobraban vida durante la noche. El dueño de la pizzería, Don Diego, le explicó a Martín que debía vigilar a los animatrónicos para asegurarse de que no salieran del lugar y causaran problemas.

"Son inofensivos", dijo Don Diego, "pero pueden ser un poco traviesos si se les da libertad". Martín comenzó su turno nocturno con mucho entusiasmo. Todo iba bien al principio; los animatrónicos estaban en sus lugares y parecían tranquilos.

Pero a medida que avanzaba la noche, Martín notó algo extraño: los animatrónicos empezaron a moverse por sí solos y parecían estar conspirando entre ellos. Asustado pero decidido a cumplir con su trabajo, Martín decidió enfrentar a los animatrónicos.

Se acercó al primero de ellos, un oso llamado Osito. "-¡Hey Osito! ¿Qué estás tramando?", preguntó valientemente. Osito miró a Martín con una sonrisa maliciosa y respondió: "-No te conviene saberlo". Luego se alejó rápidamente hacia otro rincón oscuro del local.

Martín se sintió desafiado y decidió seguirlo sigilosamente. Cuando llegó al rincón oscuro, encontró a Osito junto con sus amigos: Conejito el conejo travieso, Perrito el perro juguetón y Gatito el gato astuto.

"-¿Qué están planeando?", preguntó Martín, intentando ocultar su miedo. Los animatrónicos se miraron entre sí y luego Osito respondió: "-Solo queremos divertirnos un poco. Estamos aburridos de estar siempre en el mismo lugar".

Martín entendió que los animatrónicos solo querían un poco de aventura, pero también sabía que si salían del local podrían causar problemas. Entonces tuvo una idea brillante. "-Chicos, ¿qué tal si les organizo una fiesta sorpresa aquí mismo? Podrán divertirse sin salir de la pizzería", propuso Martín con entusiasmo.

Los animatrónicos se miraron emocionados y aceptaron la propuesta. Martín comenzó a organizar todo rápidamente: decoró el lugar con globos y serpentinas, preparó pizzas deliciosas y puso música alegre para bailar. La fiesta fue todo un éxito.

Los animatrónicos saltaban y reían mientras disfrutaban de la comida y la música. Martín estaba feliz al verlos tan contentos, pero también cumpliendo con su deber de mantenerlos dentro del local.

Desde esa noche en adelante, los animatrónicos dejaron de ser traviesos durante la noche ya que tenían su propia diversión dentro de la pizzería. Y Martín aprendió que no siempre es necesario ser estricto o temerario para resolver problemas; a veces solo se necesita creatividad y comprensión.

Con el tiempo, Martín se convirtió en el guardián favorito de los animatrónicos. Don Diego lo felicitó por su ingenio y le dio el puesto de gerente de la pizzería.

Y así, Martín y los animatrónicos vivieron muchas aventuras juntos mientras mantenían a salvo el lugar que tanto amaban. Fin.

FIN.

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