La Fiesta Sorpresa de Martín



Era un hermoso día en el barrio y todos los niños estaban muy emocionados porque se acercaba el cumpleaños de Martín, un niño muy querido por todos. Martín cumplía 8 años y su madre, la señora Rosa, decidió organizar una fiesta sorpresa.

La señora Rosa convocó a todos los amigos de Martín para contarles sobre la fiesta.

"¡Chicos! -dijo la señora Rosa- Este sábado, a las 4 de la tarde, vamos a organizar una fiesta sorpresa para Martín. Está siendo muy bueno y creo que se merece una celebración especial. ¿Se animan a ayudarme?"

Todos respondieron emocionados:

"¡Sí! ¡Queremos ayudar!"

Los niños se pusieron a trabajar. Al día siguiente, se reunieron en el parque para hacer planes.

"Primero, tenemos que hacer las invitaciones -sugirió Lucía, la amiga de Martín. - Hay que invitar a todos: a Joaquín, a Carla, a Fede… ¡a todos!"

"¡Genial! -dijo Joaquín- Yo puedo ayudar a escribirlas."

Y así fue como crearon una hermosa invitación, llena de colores y dibujos sobre globos y pasteles. Ninguno de los amigos podía contener la emoción.

"Cada uno va a llevar una invitación -dijo Carla- así Martín no sospechará nada."

Mientras tanto, la señora Rosa se encargaba de preparar una gran torta de cumpleaños de chocolate, el favorito de Martín.

"¡No olviden la banda de música! -exclamó Fede- No puede faltar el baile en la fiesta. ¿Quién tiene contactos con una banda?"

"Yo tengo un primo que toca la guitarra, -dijo Lucía- y también puede traer a un amigo que toca la batería."

Las cosas estaban yendo bien, pero había un problema. Justo ese día, el primo de Lucía había tenido un compromiso y no podía tocar. Los niños se sintieron muy desanimados.

"¿Qué hacemos ahora? -preguntó Joaquín- No puede haber fiesta sin música."

"Lo podemos intentar nosotros -sugirió Fede- ¡Podemos formar una banda! Cada uno puede contribuir de alguna manera."

A todos les pareció una buena idea. Así que, durante los días siguientes, practicaron juntos en el parque. Fede trajo una guitarra, Lucía algo para hacer ritmos, y los demás usaron todo lo que encontraron para hacer música. Aunque no eran profesionales, se reían y disfrutaban del proceso.

"Suena un poco raro, -dijo Carla burlonamente- pero ¡creo que tenemos algo!"

"¡Claro! -respondió Martín- Lo importante es que nos divirtamos."

Finalmente, llegó el día de la fiesta. Todos estaban en secretismo, listos para sorprender a Martín. Cuando él llegó a casa del colegio, encontró a todos sus amigos gritando:

"¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños, Martín!"

Martín quedó atónito y sonrió de oreja a oreja.

"¡No puedo creerlo!"

"¡Y eso no es todo! -dijo Lucía- ¡Tenemos música preparada para vos!"

La banda improvisada comenzó a tocar. Aunque la música eran sólo los ritmos y algunas notas descordinadas, todos bailaban felices.

"No importa que no esté perfecto, -dijo Martín- ¡me encanta!"

Entonces llegó el momento de la torta. La señora Rosa trajo la gigantesca torta de chocolate. Todos estaban emocionados mientras Martín apagaba las velitas y pedía un deseo.

"Espero que siempre tengamos amigos como ustedes."

La fiesta siguió con juegos, baile y mucho risas. Todos aprendieron que lo más importante no era que todo saliera perfecto, sino disfrutar el tiempo juntos y hacer cada momento especial.

Cuando terminó la fiesta, Martín miró a sus amigos y les dijo:

"Gracias por hacer de este el mejor cumpleaños de mi vida. ¡Los quiero!"

Y todos gritaron al unísono:

"¡Nosotros también!"

Esa noche, cada uno volvió a sus casas con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de buenas memorias. La fiesta de cumpleaños de Martín no solo fue un evento, fue el comienzo de una linda amistad que duraría para siempre.

Y así fue cómo una simple idea de fiesta se transformó en una maravillosa historia de unión y amistad.

FIN.

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