La flor de la amistad



Había una vez una niña llamada Margarita que asistía a un colegio muy grande. A pesar de ser amable y simpática, no había logrado hacer amigas en su clase.

Durante los recreos, se encontraba sola mientras los demás niños jugaban y reían juntos. Un día, Margarita decidió hablar con su maestra sobre cómo se sentía. La señorita Ana la escuchó atentamente y le dijo: "Margarita, es importante tener amigos de tu edad para jugar y divertirte.

Pero también debes aprender a disfrutar de la compañía de las personas adultas". Margarita no entendió al principio, pero confiaba en su maestra y decidió seguir su consejo.

A partir de ese día, durante los recreos, Margarita buscaba a alguna persona adulta del colegio con quien conversar. Un día soleado, mientras caminaba por el patio buscando alguien con quien charlar, vio al conserje Don Ramón regando las plantas.

Se acercó tímidamente y le preguntó si podían platicar un rato. Don Ramón sonrió amablemente y aceptó encantado. Comenzaron a hablar sobre las flores del jardín y cómo cuidarlas adecuadamente. Margarita descubrió que Don Ramón tenía mucho conocimiento sobre plantas y aprendió cosas nuevas cada vez que hablaban.

Al día siguiente, durante el recreo, Margarita encontró a la bibliotecaria Doña Laura organizando algunos libros en la biblioteca. Decidió acercarse y preguntarle si podían charlar un poco. Doña Laura también estaba feliz de compartir su tiempo con Margarita.

Juntas, hablaron sobre los diferentes géneros literarios y Doña Laura le recomendó algunos libros interesantes para leer.

Con el paso de los días, Margarita se dio cuenta de que había muchas personas adultas en su colegio dispuestas a conversar con ella durante los recreos. Había aprendido tantas cosas interesantes que decidió compartir sus nuevos conocimientos con sus compañeros de clase. Un día, Margarita vio a un grupo de niños jugando al fútbol y decidió acercarse.

En lugar de sentirse excluida o rechazada, les contó sobre las plantas del jardín y cómo cuidarlas correctamente. Los niños quedaron fascinados por lo que les contaba y comenzaron a hacerle preguntas.

Margarita se convirtió en la —"experta"  del colegio en temas relacionados con la naturaleza y la lectura. Sus compañeros siempre buscaban su consejo e incluso comenzaron a invitarla a jugar con ellos durante los recreos.

Margarita descubrió que no necesitaba tener amigas exclusivamente de su edad para ser feliz. Aprendió que todas las personas tienen algo interesante que ofrecer, sin importar su edad. A partir de ese momento, Margarita disfrutaba tanto conversando con las personas adultas como jugando y riendo con sus nuevos amigos.

Aprendió el valor de la diversidad en las amistades y comprendió que cada persona es única y especial a su manera.

Y así, Margarita vivió muchos momentos felices en el colegio, rodeada tanto por sus amigos de su edad como por aquellos adultos maravillosos que le enseñaron tanto sobre el mundo.

FIN.

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