La flor de la amistad


Había una vez, en un hermoso bosque encantado, una ratita llamada Rosita y una liebre llamada Lulú. Eran las mejores amigas y siempre se divertían juntas jugando entre los árboles y saltando por el prado.

Un día soleado, mientras exploraban un rincón del bosque que nunca habían visitado antes, Rosita vio algo brillante entre las hojas. Se acercó con curiosidad y descubrió una pequeña flor de luz que emanaba destellos mágicos.

- ¡Lulú, ven rápido! ¡Mira lo que encontré! - exclamó emocionada Rosita. Lulú corrió hacia su amiga y quedó asombrada al ver la maravillosa flor de luz. Su brillo era tan intenso que iluminaba todo a su alrededor.

- ¡Es increíble! Nunca había visto algo así - dijo Lulú admirada. Las dos amigas decidieron investigar más sobre la flor de luz. Buscaron en libros antiguos del bosque y descubrieron que esa flor tenía poderes mágicos.

Podía conceder deseos a quien la encontrara, pero solo si se utilizaba con sabiduría y bondad. Rosita y Lulú sabían que debían ser muy cuidadosas con ese poderoso regalo de la naturaleza.

Decidieron hacer una lista de deseos para pedir cosas buenas no solo para ellas mismas sino también para todos los habitantes del bosque: los pájaros, los conejitos, las ardillas e incluso los insectos. El primer deseo fue ayudar a los pájaros a construir sus nidos más rápidamente.

Con un toque de la flor de luz, los materiales se multiplicaron y los pájaros pudieron construir nidos acogedores para sus crías. El segundo deseo fue otorgar a las ardillas una reserva infinita de nueces y bellotas.

Las pobres ardillas siempre estaban preocupadas por encontrar suficiente alimento durante el invierno, pero gracias a la magia de la flor de luz, nunca más tendrían que preocuparse. El tercer deseo fue hacer que las flores del bosque crecieran aún más hermosas y coloridas.

Rosita y Lulú sabían lo mucho que les gustaba a todos los animales disfrutar de su fragancia y belleza. Poco a poco, los deseos se fueron cumpliendo y el bosque comenzó a ser un lugar aún más maravilloso para vivir.

Los habitantes del bosque estaban felices y agradecidos por todo lo que Rosita y Lulú habían hecho con la ayuda de la flor de luz. Sin embargo, un día apareció en el bosque una zorra astuta llamada Matilda.

Había escuchado sobre la existencia de la flor mágica y quería obtener su poder solo para sí misma. Matilda siguió el brillo luminoso hasta encontrar a Rosita y Lulú en medio del prado.

Intentó arrebatarles la flor, pero las amigas ratoncita y liebre eran rápidas e inteligentes. Corrieron tan rápido como pudieron hacia un laberinto escondido entre los árboles. La feroz zorra quedó atrapada en el laberinto mientras Rosita y Lulú encontraron una salida segura.

Sabían que debían proteger la flor de luz y mantenerla alejada del malvado Matilda. Desde ese día, las amigas ratoncita y liebre se convirtieron en guardianas de la flor de luz.

La utilizaron sabiamente para seguir cumpliendo deseos en el bosque y ayudar a quienes más lo necesitaban. Y así, Rosita y Lulú demostraron que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo.

Juntas, hicieron del bosque un lugar lleno de magia y bondad, recordándole a todos los habitantes la importancia de compartir y cuidar de los demás. Y colorín colorado, esta historia ha terminado, pero las aventuras de Rosita y Lulú continuarán en el hermoso bosque encantado.

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