La flor de la amistad


Había una vez una niña llamada Sofía, que tenía un secreto que la hacía sentir diferente a los demás.

Sofía tenía una pierna más corta que la otra, lo cual la preocupaba mucho porque pensaba que sus amiguitos del jardín se iban a burlar de ella. Una mañana, mientras desayunaba con su mamá, Sofía le contó sobre sus miedos de ir al jardín y ser objeto de risas y burlas.

La mamá de Sofía la miró tiernamente y le dijo: "Sofía, recuerda que lo que importa no es cómo te vean los demás, sino cómo te sientes tú contigo misma. Eres única y especial tal como eres".

Sofía intentó recordar las palabras de su mamá durante todo el camino al jardín. Al llegar, vio a sus amiguitos jugando en el patio y sintió un nudo en la garganta. Pero entonces recordó las palabras de su mamá y decidió enfrentar sus miedos.

-¡Hola, Sofi! ¿Quieres jugar con nosotros? -le preguntó Martina, su mejor amiga. Sofía sonrió y asintió con timidez.

A medida que jugaban juntas, Sofía se dio cuenta de algo maravilloso: sus amiguitos no se fijaban en su pierna más corta, simplemente estaban felices de tenerla allí con ellos. Durante el día, jugaron a las escondidas, construyeron castillos de arena y compartieron meriendas. Sofía se sentía cada vez más feliz y segura de sí misma.

Al finalizar el día, cuando volvían a casa caminando junto a su mamá, Sofía le dijo:-Mamá, hoy me di cuenta de algo importante. Mis amigos me quieren tal como soy y mi pierna más corta no importa realmente.

La mamá de Sofía sonrió orgullosa y le dio un abrazo amoroso. -Sabía que podías hacerlo, querida. Recuerda siempre ser tú misma y nunca dejar que tus miedos te impidan disfrutar del mundo maravilloso que te rodea.

Y así terminó el día para Sofía, llena de alegría por haber superado sus miedos y descubierto la verdadera amistad en el jardín. Desde ese día en adelante, supo que ser diferente no era algo malo; era lo que la hacía única e especial.

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