La flor de la Luna



Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Mateo. Mateo vivía con su padre, ya que su madre había fallecido cuando él era muy pequeño.

Su padre siempre había sido su héroe, pero un día se enfermó gravemente. Los médicos no sabían qué tenía y ninguna medicina parecía funcionar. Mateo estaba desesperado por salvar a su padre.

Una noche, mientras miraba al cielo estrellado desde la ventana de su habitación, vio una luz brillante que provenía de la luna. Se dio cuenta de que esa luz provenía de una flor mágica que solo crecía en la Luna y que tenía el poder de curar cualquier enfermedad.

Decidido a encontrar esa flor para salvar a su padre, Mateo comenzó a investigar cómo llegar a la Luna. Habló con los científicos del pueblo y juntos idearon un plan: construirían un cohete para viajar hasta allí arriba.

Los días pasaron y finalmente el cohete estuvo listo para despegar. Mateo se despidió de su padre prometiéndole que volvería con la flor mágica que lo curaría. Subió al cohete y emprendió su viaje hacia la Luna.

El viaje fue largo y lleno de peligros, pero Mateo no se rindió. Finalmente, llegó a la Luna y encontró la hermosa flor brillando bajo la luz plateada.

Sin embargo, justo cuando iba a tomarla, apareció un ser diminuto y travieso conocido como el Guardián de la Luna. "¿Qué haces aquí, niño humano?", preguntó el Guardián con voz juguetona. "Vengo a buscar esta flor para curar a mi padre", respondió Mateo con determinación.

El Guardián sonrió y le dijo: "Eres valiente y amoroso, mereces llevar esta flor contigo". Con la flor en sus manos, Mateo regresó al pueblo en su cohete. Al llegar, corrió hacia la casa donde su padre lo esperaba débil en cama.

Con cuidado colocó la flor sobre el pecho de su padre. Al instante, algo maravilloso ocurrió: los pétalos de la flor comenzaron a brillar intensamente y una luz cálida envolvió toda la habitación.

La enfermedad desapareció gradualmente del cuerpo del padre de Mateo hasta que finalmente despertó sano y salvo. Padre e hijo se abrazaron emocionados mientras las personas del pueblo celebraban afuera al ver cómo el milagro ocurría ante sus ojos.

Desde ese día en adelante, Mateo fue conocido como "el niño que trajo una estrella del cielo para sanar a los corazones". Y aunque ya no tenia madre junto a ellos físicamente sabían que ella estaba orgullosa viéndolos desde alguna parte haciéndoles señales luminosas por las noches cuando miraban las estrellas juntos antes irse dormir.

FIN.

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