La flor de la responsabilidad
En la escuela "Los traviesos", en un pequeño pueblo de Argentina, había tres niños que se destacaban por ser los más latosos de todo el colegio.
Se llamaban Martín, Lucía y Juan, y juntos formaban un trío imparable de travesuras y travesuras. Un día, la maestra Gabriela les dio una tarea especial: tenían que cuidar durante una semana a una planta muy delicada que se encontraba en un rincón del salón.
La maestra les explicó lo importante que era cuidarla con cariño y atención para que creciera fuerte y hermosa. Martín, Lucía y Juan no estaban muy contentos con esta tarea. Ellos preferían correr por el salón, hacer ruido y molestar a sus compañeros.
Pero como no tenían opción, aceptaron la responsabilidad de cuidar la planta. Los primeros días fueron difíciles. Los niños se olvidaban de regarla, le daban demasiado sol o la dejaban en la sombra por mucho tiempo.
La planta comenzó a marchitarse lentamente, perdiendo su color verde brillante. Un día, al llegar a clase, encontraron a la maestra Gabriela junto a la planta marchita. Estaba muy triste al ver cómo habían descuidado algo tan importante.
Les dijo:"¿Qué pasó con nuestra plantita? Les dije lo importante que era cuidarla y ustedes no han cumplido con esa responsabilidad". Los niños sintieron mucha vergüenza al ver cómo habían fallado en algo tan sencillo como cuidar una planta.
Fue entonces cuando decidieron cambiar su actitud. Esa misma tarde, Martín, Lucía y Juan se reunieron para planificar cómo podían salvar a la planta. Investigaron en internet sobre los cuidados necesarios y se propusieron seguir cada indicación al pie de la letra.
Durante el resto de la semana, los niños dedicaron todo su tiempo libre a cuidar de la plantita. Regaron con precisión cada día, asegurándose de que recibiera suficiente luz pero no demasiada.
Hablaban con ella animándola a crecer fuerte y sana. Y poco a poco, la planta comenzó a recuperarse. Sus hojas volvieron a tener ese verde brillante lleno de vida que tanto caracterizaba a las plantas sanas.
Al finalizar la semana, Martín, Lucía y Juan llevaron orgullosos a la maestra Gabriela hasta donde estaba la planta ahora radiante y floreciente.
La maestra los miró con alegría y les dijo:"¡Estoy muy orgullosa de ustedes! Han demostrado que son capaces de cambiar cuando ponen esfuerzo y dedicación en lo que hacen". Desde ese día, los tres amigos comprendieron lo importante que era ser responsables y dedicados en todo lo que emprendieran.
A partir de entonces dejaron atrás sus travesuras para convertirse en ejemplo para todos en el colegio "Los traviesos". Y así demostraron que siempre hay oportunidad para cambiar si uno pone el corazón en ello.
FIN.