La flor de la unión


Isabel Lucio era una niña muy especial. Vivía en un pequeño pueblo rodeada de sus hermanos: Juan, Pedro y Sofía. Todos ellos eran muy distintos entre sí, pero se querían mucho y siempre estaban juntos.

Un día, mientras paseaban por el campo, Isabel encontró una flor muy bonita y decidió llevársela a su mamá como regalo. Pero cuando llegaron a casa, los hermanos empezaron a discutir sobre quién había ayudado más en la búsqueda de la flor.

"Yo fui quien la encontré", dijo Isabel con orgullo. "Pero yo te ayudé a subir al árbol para que pudieras alcanzarla", respondió Juan. "Y yo te dije que miraras hacia el sur donde crecen las flores más bonitas", agregó Pedro.

"Y yo cuidé de que no te picara ninguna abeja durante la búsqueda", finalizó Sofía. Isabel se sintió confundida ante tantas opiniones diferentes. No sabía qué hacer para resolver el conflicto entre sus hermanos.

Entonces recordó algo que su abuela le había enseñado:"Hermanitos queridos, ¿por qué no pensamos en cómo podemos compartir ese regalo? Si lo dividimos en cuatro partes iguales podríamos hacer cuatro ramos de flores para tener cada uno".

Los ojos de los niños brillaron al escuchar la propuesta de Isabel. Así fue como trabajaron juntos para crear los ramos más lindos que habían visto nunca. Desde ese día, Isabel se convirtió en líder del grupo y aprendieron a trabajar unidos para lograr metas comunes.

Juntos construyeron casitas para las ardillas, plantaron un jardín y organizaron una feria para recaudar fondos para los niños enfermos del hospital.

La vida de Isabel y sus hermanos cambió para siempre gracias al amor y la unidad que lograron cultivar. Y así, se convirtieron en un ejemplo a seguir para todos los niños del pueblo. .

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