La flor de las estaciones




En un colorido jardín vivían la pequeña Margarita y su abuela Violeta. Todos los días, disfrutaban juntas del dulce aroma de las flores y del canto alegre de los pájaros. Pero un día, algo extraño comenzó a suceder.

La abuela Violeta se sentía cansada y irritable, y a veces, tenía un calor repentino que la hacía sentir incómoda. Margarita notó que algo estaba cambiando en su abuela, y decidió averiguar qué le pasaba.

-Abuela, ¿qué te está pasando? -preguntó la pequeña. -Oh, querida Margarita, estoy atravesando un proceso natural que se llama menopausia -respondió la abuela. -¿Qué es eso, abuela? -inquirió la curiosa niña.

La abuela le explicó que la menopausia era un momento en la vida de las mujeres en el que sus cuerpos dejaban de tener ciertas hormonas, lo que causaba muchos cambios.

Margarita se preocupó al principio, pero luego recordó algo importante que su abuela siempre le había enseñado: la naturaleza era sabia y siempre tenía un propósito. Decidida a ayudar a su abuela a sobrellevar esos cambios, la niña consultó con las flores del jardín.

Ellas le contaron que la menopausia era como el cambio de estaciones en la vida de una mujer, que traía consigo nuevas experiencias y sabiduría. La pequeña Margarita se iluminó con esa información. -Abuela, ¿sabes qué? Tú eres como la flor del jardín, estás pasando por un cambio pero sigues siendo hermosa y valiosa -dijo la niña con cariño.

La abuela Violeta sonrió emocionada, sintiéndose comprendida y apoyada. Juntas, buscaron formas de llevar esos cambios de la mejor manera. Empezaron a realizar ejercicios suaves, a comer alimentos saludables y a hablar abiertamente sobre lo que sentían.

Con el tiempo, la abuela Violeta se sintió más animada y equilibrada. Incluso encontró una nueva pasión por la jardinería, dedicando su tiempo a cuidar las flores con más amor que nunca.

Margarita aprendió que la menopausia era un proceso natural de la vida, que traía desafíos pero también oportunidades para crecer. Y la abuela Violeta descubrió que su nieta era su mayor apoyo en ese camino.

Los días en el jardín volvieron a ser radiantes, y la flor de las estaciones floreció con renovada belleza y sabiduría.

FIN.

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