La Flor del Amor



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, había una flor muy especial llamada Alegría. Esta flor tenía el poder de alegrar el corazón de quienes la veían. Todos los días, los niños del pueblo se acercaban a ella para escuchar su suave canto. El canto de Alegría llenaba el aire de felicidad y amor.

Un día, llegó al pueblo un niño llamado Tomi, que siempre estaba triste. No le gustaba jugar con los demás niños y pasaba la mayor parte de su tiempo solo. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con Alegría.

"¿Quién sos vos, que cantás tan lindo?" - preguntó Tomi, mirando a la flor.

"Soy Alegría y canto para que todos se sientan felices. ¿Por qué estás triste?" - respondió la flor, parpadeando con su colorido pétalo.

"No lo sé, creo que no tengo amigos" - confesó Tomi mientras miraba al suelo.

"Ven, escúchame. La vida es como un jardín. A veces, hay que regar las flores con amor y cariño para que crezcan fuertes. ¿Qué te parece si intentamos encontrar ese amor?" - sugirió Alegría.

Tomi se sintió intrigado. "¿Cómo hacemos eso?" - preguntó, levantando un poco la cabeza.

"Con pequeños actos de bondad. Vamos a ayudar a los demás y verás cómo el amor vuelve como un eco. ¿Qué dices?" - propuso Alegría.

La idea emocionó a Tomi. Así, juntos comenzaron una aventura ayudando a los vecinos del pueblo. Plantaron semillas en los jardines, ayudaron a ancianos a cruzar la calle e incluso organizaron un pic-nic donde todos compartieron risas y deliciosas comidas.

Un día, mientras jugaban, Tomi escuchó risas que venían del lago. Se acercó y vio a un grupo de niños jugando en el agua. Sintiéndose un poco tímido, decidió acercarse.

"Hola, ¿puedo jugar con ustedes?" - se animó a preguntar.

Los niños se detuvieron y uno de ellos, llamado Lucas, sonrió. "¡Claro! Hemos visto cómo ayudás a los demás, sería genial que juegues con nosotros" - respondió.

Esa tarde, Tomi no solo jugó, sino que también hizo nuevos amigos. Mientras se divirtieron, miró hacia Alegría, que sonreía desde el bosque.

"¿Ves? El amor que diste vuelve a ti. La amistad es una flor que debes cultivar a diario" - le dijo la flor con una voz suave.

Tomi, sintiéndose lleno de alegría, comprendió que el amor no solo estaba en los demás, sino que también podía nacer en su propio corazón. Así, el niño que alguna vez era solitario ahora era parte del hermoso jardín de amistad que había creado.

Con el tiempo, Tomi llegó a ser una persona conocida por su amabilidad y alegría, siempre ayudaba a quienes lo necesitaban. Él y los otros niños organizaron actividades en las que todos podían involucrarse, haciendo que el pueblo se volviera un lugar feliz.

"Alegría, nunca podré agradecerte lo suficiente por lo que me enseñaste. La vida es hermosa, como vos" - le dijo Tomi una tarde, sentándose frente a la flor.

"Recuerda, Tomi, ¡el amor siempre encuentra su camino! Y mientras se comparta, habrá alegría en el aire" - respondió la flor, feliz de ver cómo había florecido no solo el jardín, sino también el corazón de Tomi.

Desde aquel entonces, la vida en el pueblo nunca fue la misma. Todos aprendieron que el amor, la bondad y la alegría son las flores que deben cuidarse cada día, porque al final, ¡el canto con amor alegra la vida! Y así, entre risas y cantos, la historia del pueblo prosperó y se llenó de colores, donde cada corazón encontró su lugar en el jardín de la amistad.

FIN.

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