La Flor Dorada de Lila



En un bosque lejano y mágico, donde las hojas susurraban dulces melodías y los ríos brillaban como espejos, vivían tres amigos: Lila la liebre, Tito el tigre y Paco el pajarito. Juntos se divertían, compartiendo juegos y aventuras. Un día soleado, mientras exploraba el bosque, Lila tropezó con una hermosa flor dorada que brillaba intensamente. Su color resplandecía con la luz del sol, y Lila, emocionada, pensó que sería una gran idea compartirla con sus amigos.

Sin embargo, cuando pensó en mostrarla a Tito, una idea traviesa cruzó por su mente. "Si le digo que la encontré en mi jardín, seguro que se impresionará más"-, pensó Lila. Así que, al regresar, se acercó a Tito y le dijo:

"Mirá, Tito, encontré esta hermosa flor dorada en mi jardín. Es mágica, ¡puede conceder deseos!"-

Tito abrió sus ojos grandes y brillantes, llenos de asombro. "¡Guau, Lila! Debes tener un jardín especial. ¿Puedo ver más flores doradas?"-

Lila, al escuchar esto, se dio cuenta de que había cometido un error. No sabía qué hacer. No había más flores doradas, solo aquella. "Claro... un momentito, voy a buscar más"- dijo, intentado no levantar sospechas.

Mientras tanto, Paco, que había estado escuchando todo, no podía contener su curiosidad. "Oi, Lila, ¿puedo ir contigo a buscar más flores doradas? Quiero verlas volar en el viento"-.

La liebre sintió que su corazón latía rápido. "Ehhh... sí, claro, sería divertido. Pero, em... tengo que ir a un lugar muy especial donde solo yo puedo ir. Entonces, ¿qué tal si los espero aquí?"-

Los ojos de Tito y Paco mostraban decepción, pero confiaron en Lila.

Mientras tanto, Lila se adentró más en el bosque, tratando de encontrar otras flores doradas, pero sólo había flores de otros colores. "¿Qué voy a hacer?"- se preguntó. "No quiero que piensen que mentí, pero ahora me siento atrapada"-.

De repente, se encontró con un anciano búho llamado Don Sabio. "¿Por qué luces tan preocupada, pequeña liebre?"- le preguntó.

"Yo encontré una flor dorada y pensé que podría impresionar a mis amigos, pero ahora no sé cómo decirles la verdad"- confesó Lila.

Don Sabio sonrió con ternura. "A veces, la verdad puede ser más hermosa que cualquier mentira, Lila. La honestidad construye la confianza entre amigos. Al final, desear ser alguien que no sos puede resultar en perder lo que realmente valorás"-.

Lila asintió, comprendiendo las palabras del búho. Decidió regresar y ser honesta con Tito y Paco.

Cuando volvió, los dos amigos la estaban esperando con rostros ansiosos.

"Lila, ¿dónde están las flores doradas?"- preguntó Tito y Paco asintió con entusiasmo.

La liebre tomó una respiración profunda. "Amigos, necesito contarles algo. No tengo más flores doradas, y la verdad es que sólo encontré una en el bosque. Mintí cuando dije que estaba en mi jardín. Me equivoqué y siento mucho haberlo hecho"-.

Tito y Paco se miraron, y luego Tito sonrió. "Gracias por ser honesta, Lila. Lo importante es que estemos juntos, no las flores doradas"-.

Paco agregó, "Sí, lo bueno de la amistad es que siempre podemos compartir lo que somos, y eso ya es suficiente"-.

Lila sintió un gran alivio, y comprendió que en el fondo, sus amigos la querían por quien era, no por lo que tenía.

Desde ese día, Lila, Tito y Paco aprendieron a valorar la sinceridad y a compartir sus aventuras con la verdad, sin importar cuán pequeñas o grandes fueran. Y así, el bosque sonó con risas y alegría, recordando siempre la magia de la amistad verdadera.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!