La flor encantada de Lunita
Lunita era una niña alegre y curiosa que pasaba sus días explorando el jardín, tocando las suaves hojas de las plantas y oliendo las fragancias de las flores.
A pesar de no poder escuchar el canto de los pájaros o la risa de los otros niños, ella encontraba la belleza en cada pequeño detalle que la rodeaba. Un día, mientras paseaba por el jardín, Lunita se encontró con una mariposa azul brillante que revoloteaba alegremente entre las flores.
La mariposa parecía querer decirle algo a Lunita, así que esta se acercó con curiosidad. "Hola, soy Mariposa. ¿Cómo te llamas?" -dijo la mariposa con una voz suave y delicada.
Lunita sonrió y respondió con entusiasmo: "¡Hola Mariposa! Yo me llamo Lunita. Es un placer conocerte. "La mariposa le contó a Lunita sobre un lugar mágico en lo más profundo del jardín, donde crecía una flor especial capaz de conceder deseos a aquellos que la encontraran.
Sin dudarlo, Lunita decidió emprender esa emocionante aventura junto a su nueva amiga Mariposa. Caminaron por senderos cubiertos de hierba fresca y atravesaron arroyos cristalinos hasta llegar a un rincón secreto donde brillaba una luz dorada.
En el centro de aquel claro se alzaba una flor radiante con pétalos resplandecientes en tonos rosados y morados. "¡Es hermosa!" -exclamó Lunita emocionada al ver la flor mágica.
Mariposa le explicó que para hacer un deseo debían cerrar los ojos, tocar la flor con amor y pedir algo desde lo más profundo del corazón. Lunita respiró hondo, siguió las instrucciones y formuló su deseo en silencio.
De repente, sintió una brisa cálida acariciar su rostro y al abrir los ojos descubrió que podía escuchar música melodiosa resonando en el aire. Sus oídos habían sido bendecidos con el don del sonido gracias al poder de la flor mágica.
"¡Maravilloso!" -gritó Lunita emocionada al escuchar por primera vez los dulces cantos del jardín. Desde ese día, Lunita disfrutaba aún más cada momento en el jardín mientras bailaba al ritmo de las melodías naturales que llenaban su mundo.
Compartió su felicidad con todos los seres del jardín y se convirtió en fuente de inspiración para quienes pensaban que tener limitaciones significaba no poder disfrutar plenamente de la vida.
La historia de Lunita y la flor mágica se extendió más allá del jardín, llegando a oídos de personas lejanas que aprendieron sobre la importancia de valorar lo especial en cada uno y nunca dejar de soñar.
Y así, gracias a su valentía e ingenio, Lunita demostró que cualquier obstáculo puede superarse cuando se tiene amor en el corazón y fe en uno mismo.
FIN.