La flor mágica y el perro abandonado



Había una vez una niña llamada Lluvia, que siempre estaba feliz y sonriente. Le encantaba jugar al aire libre y disfrutar de la naturaleza.

Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró una hermosa flor en medio del camino. Lluvia se acercó a la flor y le susurró cariñosamente: "Hola, linda flor. ¿Cómo estás hoy?".

La flor pareció responderle con un dulce aroma y se abrió aún más, mostrando todos sus colores brillantes. La niña decidió llevarse la flor a casa para cuidarla como si fuera su mejor amiga. Pero en el camino de regreso, escuchó un ruido proveniente de unos arbustos cercanos.

Curiosa como era, Lluvia fue a investigar y descubrió un pequeño perro abandonado. El perrito estaba triste y asustado, así que Lluvia lo tomó en sus brazos y le dijo: "No te preocupes, pequeño amigo. Desde ahora seremos inseparables".

La niña llevó al perro a su casa junto con la hermosa flor. Ahí los esperaban sus padres quienes se sorprendieron gratamente al verlos llegar juntos. "¡Mamá! ¡Papá! Miren lo que encontré", exclamó emocionada Lluvia.

Sus padres observaron la adorable escena de su hija sosteniendo al cachorro en brazos mientras la colorida flor brillaba desde el jarrón donde había sido colocada. "Qué maravilla", dijo su padre sonriendo-. Parece que has encontrado dos nuevos amigos hoy.

Desde aquel día, Lluvia cuidaba y protegía a su perro llamado Feliz, y juntos se aseguraban de que la flor, a la que bautizaron como Flori, recibiera todo el amor y atención que merecía.

Los días pasaban y Lluvia descubrió algo muy especial: cada vez que ella sonreía o estaba feliz, la flor se abría aún más, llenando el ambiente con su hermoso aroma. Y cuando Feliz jugaba y saltaba de alegría, la flor parecía bailar al compás de sus movimientos.

Lluvia comprendió entonces que había encontrado una conexión mágica entre ella, el perro y la flor. Juntos formaban un equipo inseparable. Un día soleado, mientras Lluvia caminaba por el parque con Feliz y Flori a su lado, vio a un niño triste sentado en un banco solitario.

La niña decidió acercarse para preguntarle qué le pasaba. —"Hola" , dijo Lluvia amablemente-. Me llamo Lluvia ¿Cómo te llamas tú? El niño levantó tímidamente la mirada hacia ella y respondió: "Soy Lucas".

"¿Por qué estás tan triste Lucas?", preguntó Lluvia preocupada. Lucas explicó que acababa de mudarse a esa ciudad y no conocía a nadie. Se sentía solo y sin amigos.

Sin pensarlo dos veces, Lluvia extendió su mano hacia Lucas y le dijo: "No te preocupes Lucas. A partir de hoy seremos amigos. Ven con nosotros. "Lucas aceptó emocionado e inmediatamente sintió una calidez en su corazón al estar rodeado de tanto amor por parte de Lluvia, Feliz y Flori.

Desde aquel día, Lluvia, Feliz, Flori y Lucas se convirtieron en los mejores amigos. Juntos exploraron el bosque, jugaron en el parque y compartieron risas interminables. Lluvia aprendió que la amistad no tiene límites ni fronteras.

Que cada uno de nosotros puede hacer una diferencia en la vida de alguien simplemente extendiendo una mano amiga. Y así, esta historia nos enseña que cuando somos felices y compartimos nuestra alegría con los demás, podemos hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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