La Flor Melancólica y el Jardín de Alegría



Había una vez, en un bello jardín lleno de colores y aromas, una flor extraordinaria llamada Maravilla. Era una flor muy colorida y alegre, con pétalos de rojo, amarillo, azul y violeta. Maravilla siempre bailaba al ritmo del viento, sonriendo al sol y llenando de felicidad a todo lo que la rodeaba.

Sin embargo, había un gran problema: Maravilla a veces se sentía sola porque no tenía insectos que la visitaran. Las abejas, mariposas y otros pequeños amigos voladores solían venir a jugar, pero en estos últimos días, simplemente no aparecían. Esto la ponía muy triste.

"¿Por qué no vienen mis amigos a visitarme?" - suspiró Maravilla en voz alta.

Una mariposa que estaba cerca, llamada Brisa, escuchó el lamento de Maravilla y decidió acercarse a consolarla.

"¡Hola, Maravilla! ¿Por qué tan triste, amiga?" - preguntó Brisa con su voz melodiosa.

"Hola, Brisa. Me siento sola porque no hay insectos que vengan a jugar conmigo. Me encanta cuando me visitan, y ahora... estoy tan triste."

Brisa pensó un momento y dijo:

"Quizás necesites hacer algo especial para atraer a los insectos. He escuchado que a ellos les gusta mucho el néctar dulce y también las historias emocionantes."

Maravilla se iluminó con la idea de Brisa.

"¡Eso es! Puedo intentar atraer a los insectos con un poco de néctar y contarles historias sobre aventuras mágicas."

Así que, Maravilla empezó a preparar su néctar más sabroso, mientras que Brisa volaba a la casa de los insectos para invitarlos a escuchar las historias de Maravilla.

Una vez que estuvo lista, Maravilla se sentó en el centro del jardín y, con la voz más alegre que pudo reunir, empezó a narrar una fascinante historia.

"Érase una vez un pequeño caracol llamado Cabezón que soñaba con viajar por el mundo. Un día, decidió salir de su concha y emprender su aventura, cruzando ríos y montañas. ¡Y saben qué? Hizo muchos amigos en el camino... ¡incluyendo a una mariposa azul brillante!" - dijo Maravilla emocionada.

Poco a poco, varios insectos comenzaron a acercarse, atraídos por el dulce aroma del néctar y la historia cautivadora.

Una avispa se atrevió a hablar:

"¡Eso suena genial! No puedo esperar a saber cómo sigue la aventura de Cabezón."

Una abeja añadió:

"Y yo quiero probar ese delicioso néctar mientras escucho a Maravilla."

Así, cada día, los insectos comenzaron a regresar al jardín. Maravilla no solo les ofrecía su dulce néctar, sino que también compartía historias sobre el caracol, las travesuras de una mariposa y las aventuras de un grupo de hormigas valientes. Cada relato estaba lleno de amistad y magia.

Con el tiempo, el jardín se convirtió en el lugar preferido de todos los insectos, llenando de vida y música el aire. Maravilla ya no estaba triste; en su lugar, había una sonrisa radiante que iluminaba todo a su alrededor.

Un día, mientras contaba otra historia, Brisa se acercó y dijo:

"Mirá, Maravilla, tu brillantez ha atraído a todos. ¡Eres el corazón del jardín!"

Maravilla sonrió, y su alegría resonó en cada rincón del lugar.

"Gracias, Brisa. Aprendí que, a veces, es necesario hacer algo diferente para conectar con los demás. Y también que la felicidad se multiplica cuando compartimos lo que somos y lo que tenemos."

Desde aquel momento, Maravilla nunca volvió a sentirse sola, y su jardín siempre estuvo lleno de amigos, risas y hermosas historias que contar.

Y así, Maravilla se convirtió no solo en una flor colorida, sino en la flor más querida de todo el jardín, demostrando que la verdadera alegría viene de la amistad y de compartir momentos especiales con los demás.

FIN.

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