La flor que cambió de color



Había una vez en un lejano pueblo llamado Floralia, una hermosa flor llamada Margarita. Margarita era una flor muy especial, ya que cambiaba de color conforme pasaban las estaciones del año. En primavera, sus pétalos eran de un brillante color amarillo; en verano, se volvían de un intenso tono naranja; en otoño, adquirían un precioso color rojo; y en invierno, se tornaban de un suave tono púrpura. Todos en Floralia admiraban a Margarita, pero también temían el día en que sus pétalos dejaran de cambiar de color.

La encargada de cuidar a Margarita era la obstetra Casimira, una mujer sabia y amorosa que sabía todo acerca de las plantas y flores del pueblo. Casimira se pasaba largas horas observando y estudiando a Margarita, tratando de descubrir el secreto de su maravillosa transformación. Un día, mientras examinaba a Margarita, Casimira notó que algo extraño estaba sucediendo: los pétalos de la flor comenzaron a perder su brillo y a marchitarse poco a poco. Alarmada, la obstetra consultó a sus libros y se dio cuenta de que Margarita estaba entrando en un período llamado menopausia floral, donde su transformación se detendría para siempre.

- Oh, querida Margarita, ¿cómo podré ayudarte en este momento tan difícil? - se lamentaba Casimira, sin saber qué hacer.

Decidida a encontrar una solución, Casimira emprendió un viaje por el bosque en busca de la legendaria Hada de las Estaciones, la única que podía devolverle a Margarita su maravillosa capacidad de cambiar de color. Tras atravesar ríos, montañas y valles, finalmente llegó al mágico Lago de los Secretos, donde se encontró con el hada.

- Oh, valiente obstetra, ¿qué te trae a mi presencia? - preguntó el hada con suavidad.

Casimira le explicó la situación de Margarita y le suplicó que le ayudara a encontrar una solución. El hada sonrió con dulzura y le dijo a Casimira que debía recolectar el rocío de cada estación del año y dárselo a beber a Margarita durante un amanecer completo.

Con el corazón lleno de esperanza, Casimira regresó al pueblo y comenzó a recolectar diligentemente el rocío de cada estación. Luego, durante un amanecer completo, roció a Margarita con el rocío reunido. Y entonces, sucedió un milagro: los pétalos de Margarita comenzaron a brillar de una manera nunca antes vista, y ante los ojos asombrados de todos, la flor volvió a cambiar de color a medida que absorbía el rocío de las estaciones.

Desde ese día, Margarita floreció más radiante que nunca, y Casimira se convirtió en un ejemplo de perseverancia y comprensión para todos en Floralia. Y así, la hermosa flor Margarita siguió alegrando a todos con su cambiante belleza, recordándoles que, incluso en los momentos más difíciles, la esperanza y el amor siempre encuentran un camino.

FIN.

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