La Flor que No Sabía que Era una Flor



Había una vez una pequeña flor llamada Lila que crecía en un hermoso jardín lleno de colores. Lila era muy peculiar, porque a pesar de ser la flor más vibrante del lugar, no entendía que era una flor. Ella miraba a su alrededor y veía a las mariposas, las abejitas y las hojas verdes, y a todos les parecía tan claro su propósito, menos a ella.

Un día, Lila se le quedó mirando a un grupo de flores que estaban al lado del río. Ellas se movían con la brisa y mostraban sus pétalos al sol.

- “¿Qué son? ” - se preguntó Lila, sintiendo curiosidad.

De pronto, una flor de color rojo brillante, llamada Rosa, la escuchó y se acercó.

- “¡Hola! Soy Rosa. ¿No te das cuenta de que eres una flor? ” - le dijo con una sonrisa amable.

- “¿Flores? ¿Yo? No entiendo. ¿Cuál es mi propósito? ” - respondió Lila confundida.

Rosa rió suavemente.

- “Cada flor tiene un propósito. Nosotras traemos belleza, alegría y ayudamos a los insectos a encontrar néctar. Te aseguro que tienes un propósito también.”

Pero Lila seguía dudando. Entonces, decidió ir a hablar con el Gran Árbol Sabio que siempre daba buenos consejos. Mientras Lila caminaba, se encontró con una mariposa llamada Cielo.

- “Hola, Lila. ¿A dónde vas tan pensativa? ” - preguntó Cielo.

- “Voy a hablar con el Gran Árbol. No entiendo qué soy, ni qué hago aquí.” - dijo Lila, con tristeza en su voz.

- “¡Oh, el Gran Árbol sabe muchas cosas! Tal vez él te ayude a descubrirlo.” - exclamó Cielo, animándola.

Finalmente, Lila llegó al Gran Árbol. Sus ramas eran enormes y su sombra era fresca.

- “¡Oh, Gran Árbol Sabio! ¿Podés ayudarme? No sé qué soy ni qué propósito tengo.” - exclamó Lila, moviendo sus pétalos.

- “Querida Lila, cada ser en este mundo tiene su propia esencia. Observá a tu alrededor. ¿Qué ves? ” - dijo el árbol con una voz profunda y sabia.

Lila se quedó en silencio por un momento y empezó a mirar. Vio a los niños jugando en el jardín, riendo y oliendo las flores.

- “Veo felicidad. Veo risas...pero no sé si eso es por mí.” - respondió con un susurro.

- “Precisamente, tus colores, tu fragancia, iluminan el día de quienes te miran. Esa es tu esencia, querida.” - explicó el Gran Árbol.

Lila sintió una luz en su interior, pero aún había algo que no comprendía.

- “Pero, ¿cómo puedo ser útil? ” - preguntó aún insegura.

- “Todo lo que tenés que hacer es ser tú misma. Dejá que el viento lleve tus semillas, que otros se deleiten con tu belleza.” - le dijo el árbol con serenidad.

Desde ese día, Lila comenzó a abrirse al mundo. Cuando los niños venían a jugar, se alegraba y mostraba sus pétalos más bellos. Cuando veía una mariposa, la saludaba.

Entonces, Lila empezó a darse cuenta de lo que significaba ser una flor. Un día, una mariposa se posó en su tallo.

- “¡Hola, Lila! No sabía que eras una flor tan especial. ¡Tu color brilla con el sol! ”

Lila sonrió por primera vez sintiendo el aire fresco que acariciaba sus pétalos.

- “¡Gracias! Ahora entiendo que ser una flor significa traer alegría a otros. ¡Me encanta ser Lila! ”

Días después, Cielo llegó emocionada.

- “¡Lila, vení! ¡Hay un grupo de insectos que se han perdido! ¿Podés ayudarles? ”

Lila dudó por un momento, pero luego se iluminaron sus pétalos.

- “¡Por supuesto! Puedo guiarlos hacia las flores que darán néctar.”

Y así fue como Lila, la flor que no entendía que era una flor, se convirtió en la guía más amada del jardín, ayudando a pequeños insectos y llenando de color el día de todos. Desde ese momento, todos en el jardín sabían que Lila tenía un propósito, y este era ser la flor que traía felicidad y compañía a todos los que la rodeaban.

Y colorín colorado, este Cuento se ha acabado.

FIN.

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