La flor sanadora de Jacobo



Había una vez un niño llamado Jacobo, que tenía un super poder muy especial: podía ver el mundo de una manera única, diferente a como lo veían los demás.

Jacobo era autista, lo cual hacía que su forma de percibir las cosas fuera única y maravillosa. Jacobo vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza, donde cada día exploraba su entorno con curiosidad y asombro.

Para él, las hojas de los árboles tenían colores más brillantes, las melodías de los pájaros sonaban más hermosas y hasta el viento le susurraba secretos al oído. Un día, mientras caminaba por el bosque, Jacobo se encontró con una mariposa herida que no podía volar.

Al verla tan indefensa, decidió cuidarla y llevarla a su casa para protegerla hasta que se recuperara. La mariposa se convirtió en su amiga y juntos vivieron muchas aventuras.

Un domingo por la mañana, Jacobo decidió llevar a su nueva amiga a visitar el jardín botánico del pueblo. Mientras paseaban entre las flores y plantas exóticas, la mariposa comenzó a revolotear alrededor de una extraña flor morada que desprendía un aroma dulce y embriagador.

"¡Mira Jacobo! ¡La mariposa está bailando alrededor de esa flor! ¿Qué crees que significa?" -preguntó sorprendido un niño curioso que pasaba por allí. Jacobo observó detenidamente la escena y notó algo especial en la forma en que la mariposa interactuaba con la flor.

De repente, tuvo una revelación: aquella flor morada era mágica y tenía el poder de sanar a los seres vivos heridos. "Creo que esta flor tiene poderes especiales", respondió Jacobo con calma.

El niño curioso no podía creer lo que escuchaba e inmediatamente corrió a contarle a todos en el pueblo sobre la increíble flor morada del jardín botánico. Pronto, personas de todas partes llegaron para presenciar el milagro junto a Jacobo y la mariposa.

Todos quedaron asombrados al ver cómo la mariposa herida comenzaba a revolotear con fuerza alrededor de la flor morada hasta sanar por completo sus alas dañadas.

Fue entonces cuando comprendieron que Jacobo veía el mundo de una manera especial gracias a su autismo; tenía la capacidad única de percibir cosas extraordinarias que otros pasaban por alto. Desde ese día, Jacobo se convirtió en un héroe local querido por todos, quien enseñaba con amorosos gestos cómo ver más allá de lo evidente y apreciar las bellezas escondidas del mundo.

Y así demostró que ser diferente es algo grandioso cuando se tiene un corazón lleno de bondad y comprensión hacia todo ser vivo.

FIN.

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