La flor valiente


Había una vez un hermoso jardín donde convivían diferentes tipos de flores. Cada una de ellas era única y especial a su manera, pero a pesar de su belleza, algunas flores eran discriminadas por las demás.

En este jardín vivía Margarita, una flor radiante con pétalos blancos y amarillos que siempre lucía una sonrisa en su rostro. Ella era conocida por ser amable y cariñosa con todos los habitantes del jardín.

Un día, llegó al jardín Rosa, una flor elegante y altiva con pétalos rosados. Desde el primer momento en que la vio, Margarita se acercó para darle la bienvenida. "¡Hola Rosa! Bienvenida al jardín.

Estoy segura de que aquí te sentirás como en casa", dijo Margarita emocionada. Pero Rosa miró a Margarita con desdén y respondió fríamente: "No necesito tu ayuda ni tu amistad. Soy mucho más bonita y especial que tú".

Margarita se sintió triste por el rechazo de Rosa, pero no dejó que eso la detuviera. Siguió siendo amable con todas las flores del jardín y ayudándolas cuando lo necesitaban. Un día lluvioso, cayó un rayo sobre el árbol cercano al jardín.

El árbol se incendió rápidamente y comenzó a arder sin control. Las flores entraron en pánico y empezaron a gritar pidiendo ayuda. Margarita corrió hacia ellas para tranquilizarlas: "¡No se preocupen! Todo estará bien". Pero ninguna de las flores le prestó atención.

Estaban demasiado ocupadas discutiendo entre sí y juzgándose unas a otras por su apariencia. Margarita sabía que tenía que hacer algo para salvar el jardín, así que decidió sacrificar sus propios pétalos amarillos para detener el fuego.

Se arrojó sobre las llamas y se consumió en un instante. El fuego se apagó y todas las flores quedaron asombradas por el sacrificio de Margarita. Se dieron cuenta de la importancia de valorarse mutuamente y aprender a trabajar juntas sin prejuicios ni discriminación. "Margari...

ta", balbuceó Rosa con lágrimas en los ojos, "Perdón por haber sido tan arrogante contigo. Ahora entiendo lo valiosa que eras". Las demás flores también expresaron su arrepentimiento y prometieron cambiar su actitud hacia los demás.

A partir de ese día, el jardín se convirtió en un lugar donde todas las flores eran respetadas y valoradas sin importar cómo lucieran. Aprendieron a aceptarse mutuamente y a trabajar en equipo para mantener el jardín hermoso y próspero.

La historia de Margarita se convirtió en una leyenda del jardín, recordando siempre la importancia de no discriminar a otros debido a su apariencia o características diferentes.

Y así, gracias al sacrificio noble de Margarita, cada flor aprendió una valiosa lección: la belleza está en la diversidad y la verdadera grandeza radica en ser amable con todos, sin importar cómo sean por fuera.

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