La flor valiosa



Había una vez una pequeña flor llamada Margarita. A diferencia de las demás flores del jardín, Margarita no era muy fea, pero tampoco era tan hermosa como las rosas y los girasoles.

Esto la hacía sentir un poco triste. Un día, mientras Margarita se balanceaba suavemente con el viento, escuchó una voz que provenía desde el otro lado del jardín. Era Rosa, la rosa más bella y presumida del lugar.

"¡Miren a esa pobre margarita! ¿No es la flor más aburrida que han visto?"- dijo Rosa a sus amigas con tono burlón. Las otras flores comenzaron a reírse y a señalar a Margarita.

Ella bajó la cabeza avergonzada y decidió alejarse de allí para evitar más burlas. Triste y solitaria, Margarita caminó por el bosque hasta llegar al río. Allí encontró a Mateo, un simpático sapito verde que saltaba de piedra en piedra.

"¿Qué te pasa, linda margarita? Pareces muy triste"- preguntó Mateo con curiosidad. Margarta le contó lo ocurrido en el jardín y cómo se sentía inferior al resto de las flores. Mateo sonrió sabiamente y le dijo:"Sabes, Margarita, cada flor tiene su propia belleza única.

Tú eres especial porque tienes un corazón noble y bondadoso". Margarita levantó la mirada sorprendida por las palabras de Mateo. Hasta ese momento nunca había pensado en su interior ni en lo que realmente importaba en ella.

"¿De verdad crees eso?"- preguntó Margarita con timidez. "Por supuesto"- respondió Mateo-. Además, tienes una gran habilidad para alegrar a los demás con tu dulce aroma. Eso es algo maravilloso. Margarita sonrió por primera vez en mucho tiempo y se sintió llena de esperanza.

Decidió regresar al jardín y demostrarle a las demás flores lo valiosa que era. Cuando llegó, Rosa y sus amigas estaban charlando cerca del estanque.

Margarita se acercó con confianza y les dijo:"Hola chicas, he aprendido algo muy importante: cada una de nosotras tiene su propia belleza. No importa si somos diferentes o no tan llamativas como algunas flores, lo que realmente importa es cómo hacemos sentir a los demás".

Las flores quedaron sorprendidas por las palabras de Margarita. Rosa, un poco avergonzada por su comportamiento anterior, se disculpó y reconoció el valor de Margarita. Desde ese día, todas las flores del jardín aprendieron a aceptarse tal como eran y a celebrar la diversidad entre ellas.

Juntas crearon un hermoso lugar lleno de colores y aromas que alegraba el corazón de todos los visitantes.

Y así fue como una flor que no era muy fea descubrió su verdadera belleza interior y enseñó una lección importante sobre la aceptación y la amistad a todos los que la rodeaban.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!