La flor y sus amigos



Había una vez una hermosa flor solitaria en un jardín encantado. Esta flor era diferente a las demás, ya que no tenía cerca ninguna fuente de agua para poder crecer y florecer como las demás plantas.

Se sentía triste y desolada al ver cómo todas las otras flores disfrutaban del agua fresca de la lluvia. Un día, mientras la flor solitaria se lamentaba por su situación, unas pequeñas hormigas pasaron cerca de ella.

Las hormigas eran trabajadoras incansables y notaron el aspecto triste de la pobre flor solitaria. Decidieron acercarse para averiguar qué le ocurría. "Hola, amiga flor", dijo una de las hormigas con voz amable.

"Nos hemos dado cuenta de que te ves muy triste. ¿Qué te pasa?"La flor solitaria les contó su problema: cómo se sentía sola y sin agua para sobrevivir. Las hormigas se miraron entre sí y luego sonrieron a la flor.

"No te preocupes", dijo otra de las hormigas con entusiasmo. "Nosotras podemos ayudarte". La flor quedó asombrada por esta propuesta tan generosa. "¿En serio? ¿Me ayudarán?", preguntó emocionada la flor solitaria. Las hormigas asintieron con energía.

"¡Por supuesto! Somos expertas en trabajo en equipo y queremos verte feliz". Desde ese día, las hormigas comenzaron a llevar pequeñas gotitas de agua desde el río hasta la raíz de la flor solitaria cada mañana temprano antes del amanecer.

La primera vez que la flor recibió el agua, se sintió rejuvenecida y llena de vida. Sus pétalos comenzaron a abrirse y su color se volvió más vibrante que nunca.

La noticia de la ayuda de las hormigas corrió por todo el jardín encantado y todas las flores hablaban maravillas de ellas. Pero no todo fue tan fácil como parecía.

Un día, una malvada araña llamada Lila vio cómo las hormigas ayudaban a la flor solitaria y decidió hacerles una trampa para impedir que continuaran con su labor. Lila tejía una red gigante alrededor del río para atrapar a las valientes hormigas. Cuando llegaron al río en busca del agua, quedaron atrapadas en la telaraña.

La flor solitaria, al ver lo ocurrido, no dudó ni un segundo en ir a rescatarlas. Con sus tallos flexibles, logró romper parte de la red y liberar a algunas hormigas. "¡Gracias por rescatarnos!", dijeron las hormigas mientras escapaban rápidamente hacia su hogar bajo tierra.

Aunque aún había muchas hormigas atrapadas, la flor solitaria sabía que necesitaba ayuda adicional para salvarlas. Entonces recordó algo muy importante: todas las criaturas del jardín encantado estaban dispuestas a ayudarse mutuamente cuando alguien estaba en peligro.

Sin perder tiempo, buscó entre los demás animales del jardín hasta encontrar un grupo de abejas amistosas que aceptaron ayudarla. Juntas fueron hasta donde estaban las otras hormigas atrapadas y, con su trabajo en equipo, lograron liberarlas a todas.

Las hormigas y las abejas estaban muy agradecidas por la valentía de la flor solitaria y prometieron nunca olvidar su generosidad. Desde aquel día, las hormigas continuaron llevando agua a la flor solitaria para que pudiera crecer fuerte y hermosa.

Y la flor, a cambio, se convirtió en un símbolo de amistad y solidaridad en el jardín encantado. Así es como una simple flor solitaria encontró felicidad al recibir ayuda de los demás y cómo todos aprendieron que trabajar juntos siempre trae grandes recompensas.

Fin

FIN.

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