La fogata de los deseos



La abuela Sofía se sentó en su mecedora y llamó a sus nietos para contarles una historia. "Hoy les voy a contar sobre la tradición familiar de nuestro pueblo, queridos nietos", comenzó.

Los niños se acurrucaron alrededor de ella, ansiosos por escuchar. "En nuestra familia, cada año celebramos el Día de San Juan. Es una fiesta muy importante para nosotros porque creemos que es un momento especial para pedir deseos y hacer promesas".

- ¿Cómo lo celebran, abuela? - preguntó Ana. "Bueno, primero nos reunimos en la plaza del pueblo. Allí encendemos una gran fogata y cantamos canciones mientras saltamos sobre las llamas. Luego comemos asado y empanadas hechas por mi propia mano".

- ¡Qué divertido! - exclamó Tomás. "Pero eso no es todo", continuó la abuela. "Antes de irnos a dormir esa noche, escribimos nuestros deseos en un papel y los colocamos bajo nuestras almohadas.

Al día siguiente, revisamos los papeles para ver si se han hecho realidad durante el año". - ¿Y siempre se hacen realidad? - preguntó Martín con entusiasmo. "No siempre", respondió la abuela con una sonrisa triste.

"Pero es importante tener esperanza y trabajar duro para lograr nuestros sueños". Los niños asintieron solemnemente mientras pensaban en sus propios deseos. "Esta tradición ha sido pasada de generación en generación en nuestra familia", dijo la abuela Sofía con orgullo.

"Espero que algún día ustedes también puedan compartirla con sus propias familias". Los niños estaban emocionados por la idea de continuar la tradición familiar y se despidieron de su abuela con un abrazo cálido y agradecido.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!