La Fórmula de la Amistad



Había una vez un niño llamado Sebastián Zonzo. El siempre estaba pensando en los números y las matemáticas, pero nunca se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

Un día, mientras caminaba por la calle, vio un cartel que decía "Concurso de Matemáticas para Niños". Sebastián se emocionó mucho al leerlo y decidió participar en el concurso.

Pero cuando llegó allí, se dio cuenta de que había perdido su lápiz y no tenía nada para escribir las respuestas. - ¿Qué voy a hacer ahora? -se preguntó Sebastián preocupado. En ese momento apareció un niño llamado Juan, quien le ofreció prestarle un lápiz. - ¡Gracias! -dijo Sebastián emocionado-. Pero...

¿cómo te llamas? - Me llamo Juan. Y tú, ¿cómo te llamas? - Me llamo Sebastián -respondió él con una sonrisa. Los dos niños comenzaron a hablar sobre matemáticas y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común.

Decidieron estudiar juntos para el concurso y así fue como comenzó una gran amistad entre ellos.

Pero durante los días previos al concurso, Sebastián empezó a sentirse inseguro y nervioso porque pensaba que no era lo suficientemente bueno en matemáticas como para ganar el concurso. - No sé si puedo hacer esto -le dijo triste a Juan-. Tal vez debería renunciar... Juan lo miró fijamente y le dijo:- Claro que puedes hacerlo. Solo tienes que creer en ti mismo.

Eres muy inteligente y tienes mucho talento para las matemáticas. ¡No te rindas! Las palabras de Juan llenaron a Sebastián de confianza y motivación. Se dedicó a estudiar con más ahínco que nunca, y el día del concurso llegó.

Sebastián y Juan estaban sentados en sus escritorios, listos para comenzar la prueba. El examinador les entregó los papeles con las preguntas y ellos comenzaron a responderlas.

De repente, Sebastián se dio cuenta de que había una pregunta muy difícil que no sabía cómo resolver. Miró hacia su lado derecho, donde estaba sentado Juan, quien estaba concentrado en su examen. Sebastián pensó por un momento y decidió hacer algo inesperado: le preguntaría a Juan sobre esa pregunta difícil.

- Oye, ¿puedes ayudarme con esta pregunta? -le dijo Sebastián tímidamente a Juan. Juan lo miró sorprendido pero felizmente aceptó ayudarlo.

Le explicó detalladamente cómo resolver la pregunta complicada y así fue como Sebastián pudo terminar el examen sin problemas. Cuando el examinador recogió los exámenes, les dijo que esperaran unos minutos mientras revisaba las respuestas. Fue entonces cuando Sebastián se acercó a Juan para darle las gracias por haberlo ayudado en ese momento crucial del examen.

- Gracias por haberme ayudado -dijo Sebastián emocionado-. Nunca olvidaré lo que hiciste por mí hoy. - No hay problema -respondió Juan sonriendo-. Eso es lo que hacen los amigos: ayudarse mutuamente cuando se necesitan.

Finalmente el examinador regresó con los resultados y anunció que el ganador del concurso era... ¡Sebastián Zonzo! Todos los niños aplaudieron mientras Sebastián se levantaba de su silla con una gran sonrisa en su rostro. Corrió hacia Juan y lo abrazó fuerte.

- Gracias por haber creído en mí -le dijo Sebastián a Juan-. No lo habría logrado sin ti.

Y así fue como Sebastián descubrió que no importa cuánto sepas sobre matemáticas, sino cuánto te importan tus amigos y cuánto confías en ti mismo. Y desde ese día, siempre recordaría la amistad y la ayuda de Juan para motivarse a seguir adelante en todo lo que se propusiera hacer.

FIN.

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