La fórmula del éxito



Guadalupe era una niña muy especial. Desde pequeña le gustaba mover su cuerpo al ritmo de la música y descubrió que el baile era su gran pasión.

Además, en la escuela se destacaba por ser muy buena en matemáticas. Un día, mientras estaba practicando sus pasos de baile en el parque, conoció a un grupo de niños y niñas que también compartían su amor por el baile.

Juntos formaron un equipo y comenzaron a ensayar para participar en un importante concurso de danza que se realizaría en unas semanas. Guadalupe estaba emocionada por esta oportunidad única, pero también sabía que debía concentrarse en sus estudios para poder seguir siendo una excelente alumna.

Por eso, todos los días después del colegio dedicaba tiempo a hacer sus tareas y repasar las lecciones.

Sin embargo, cuando faltaban pocos días para el concurso, Guadalupe recibió una mala noticia: uno de los integrantes del grupo se había lastimado y no podría participar. El resto del equipo estaba desanimado y pensaban abandonar la competencia. Pero Guadalupe no se dejó vencer por la tristeza. Recordó lo mucho que habían trabajado juntos y decidió buscar una solución creativa al problema.

Entonces pensó: ¿por qué no invitar a alguien más al equipo? Guiada por su intuición matemática, Guadalupe hizo algunos cálculos mentales e identificó cuántas personas necesitaban para completar el número requerido en la coreografía.

Luego fue corriendo hacia la escuela para hablar con su maestra. "Maestra Ana ¡necesito tu ayuda! Tenemos un problema en el equipo de baile y necesitamos una persona más para poder participar en el concurso. ""¿Y qué se te ocurre, Guadalupe?" preguntó la maestra.

"Pues pensé que tal vez podríamos invitar a alguien del colegio que también le guste bailar. Seguro hay alguien que quiera unirse a nosotros". La maestra sonrió y asintió con la cabeza.

Juntas hicieron una lista de los estudiantes de su grado que tenían habilidades para el baile. Luego, Guadalupe fue hablando uno por uno con ellos hasta encontrar al candidato perfecto: Martín, un chico tímido pero talentoso.

El día del concurso llegó y Guadalupe estaba nerviosa pero llena de energía. El grupo salió a escena y realizó una increíble presentación llena de pasión y ritmo. Al finalizar la coreografía, el público aplaudió entusiasmado. Cuando anunciaron los resultados, todos los ojos estaban puestos en el escenario.

Y... ¡el equipo de Guadalupe ganó! La emoción fue inmensa, todos saltaban y gritaban felices. Después del concurso, Guadalupe se acercó a Martín para felicitarlo por su participación en el equipo:"Martín, gracias por haber aceptado nuestra invitación.

Sin ti no hubiéramos podido ganar este premio". Martín sonrió tímidamente y respondió:"Gracias a ustedes por dejarme ser parte del grupo. Nunca había hecho algo así antes y me encantó".

Guadalupe sabía que había aprendido una gran lección: que cuando se trabaja en equipo, siempre hay soluciones creativas y oportunidades para crecer juntos. Y que la pasión por el baile y las matemáticas podían llevarla a lugares maravillosos.

FIN.

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