La Fortaleza de los Sueños



En un pequeño reino llamado Rocasaltas, había un maestro constructor llamado Donato, quien era conocido por su habilidad extraordinaria para edificar fortalezas. Un día, el Rey Adalberto lo llamó a su castillo.

"Donato, necesitamos una fortaleza que pueda proteger a nuestro pueblo de cualquier invasión. Debe ser fuerte, hermosa y duradera", dijo el rey con un rostro decidido.

Donato pensó en todas las fortalezas que había construido, pero quería que esta fuera especial. Se le ocurrió una idea maravillosa, y desde ese día, se dedicó a diseñar una fortaleza románica con murallas robustas, torres impresionantes y un foso profundo.

Con la ayuda de los trabajadores del reino, Donato comenzó a construir.

"¡Chicos! ¡Vamos a hacer algo grandioso! Usaremos bóvedas de cañón para el techo de las torres. ¡Así tendrá una forma fuerte y resistente!", exclamó emocionado.

Los trabajadores lo miraron con curiosidad.

"¿Bóvedas de cañón? ¿Qué es eso?", preguntó una joven llamada Lucía.

"Las bóvedas de cañón son arcos que se unen para formar un túnel. Pueden soportar mucho peso y ayudan a que nuestro castillo sea más seguro frente a cualquier ataque", explicó Donato, moviendo sus manos mientras dibujaba en la arena.

Día tras día, las murallas comenzaron a elevarse, y pronto se erguían majestuosamente ante los ojos de los habitantes del reino. Las torres fueron decoradas con coloridos escudos, y Donato añadió un gran foso que rodeaba a la fortaleza.

"Este foso será una gran defensa contra enemigos. ¡Nadie podrá cruzar o escalar nuestras murallas tan fácilmente!", comentó orgullosamente Donato.

Sin embargo, a medida que avanzaba la construcción, una noticia alarmante llegó a Rocasaltas.

"Donato, hay rumores de que un dragón está causando problemas en el valle cercano. ¡Podría venir a atacarnos!", gritó un aldeano asustado.

El maestro constructor se preocupó, pero no perdió la fe.

"No tema, vamos a trabajar más rápido. Terminar nuestra fortaleza y prepararnos para lo que venga es nuestra prioridad. ¡La seguridad del pueblo es lo primero!", exclamó Donato con firmeza.

Con un renovado espíritu, los aldeanos se unieron a Donato. Trabajaron día y noche, y en pocos días la fortaleza estuvo casi terminada. La gran muralla era fuerte, los contrafuertes se alzaban como gigantes vigilantes, y el foso estaba lleno de agua.

Finalmente, el día llegó. El dragón apareció por el cielo, rugiendo como un trueno.

"¡Rápido, a la fortaleza!", gritó el rey Adalberto mientras la gente corría hacia las murallas.

Cuando el dragón se acercó, Donato subió a la torre más alta y se quedó mirando al enorme ser.

"¡Dragón! ¡Este es un lugar pacífico! ¡No queremos luchar contigo!", gritó Donato, levantando sus manos.

El dragón se detuvo, sorprendido por la valentía de Donato.

"¿Qué es esto? Un hombre en una torre, desafiándome a atacar una fortaleza que ya no puede sostenerse con su orgullo. Podría derribarla en un instante", respondió el dragón con voz profunda.

Donato, sin perder la calma, respondió.

"Tal vez esto no sea un lugar de guerra, sino un lugar que puede crecer en paz. Si quieres, podemos ser amigos. Tú puedes volar y guardarnos desde el cielo, y a cambio, compartiremos nuestras historias y comidas. ¿Qué dices?"

El dragón se quedó en silencio un momento, pensativo.

"Nunca pensé en eso. Tal vez ser amigos sea mejor que ser enemigos. No hay tanta diversión en destruir", dijo el dragón.

Desde ese día, el dragón se convirtió en el guardián de la fortaleza de Donato. El maestro constructor no solo había creado una fortaleza resistente, sino que también había tejido lazos de amistad entre su pueblo y el dragón.

Rocasaltas se volvió un lugar de paz, donde las historias eran contadas y las construcciones seguían creciendo, todo gracias a la valentía y la innovación de Donato, el maestro constructor.

FIN.

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