La Fruta Mágica de la Escuela Simón Bolívar
En la Escuela Primaria Simón Bolívar, todos los días empezaban con un delicioso desayuno. Pero no era un desayuno común y corriente, ¡era el famoso desayuno de frutas! La gran señora Rosa, la cocinera de la escuela, siempre decía:
"Las frutas son la clave para tener energía y estar sanos, niños".
Al principio, algunos chicos no estaban muy convencidos. Nicolás, el más travieso del aula, solía hacer muecas cuando veía un plato lleno de frutas frescas.
"¡Pero señora Rosa! ¿No hay nada más rico que un croissant con dulce?" - preguntó Nicolás mientras arrugaba la nariz.
"Nicolás, ¡si comes frutas te volverás fuerte y listo para aprender!" - le respondió con una sonrisa.
Un día, la maestra Carla decidió organizar un concurso de conocimientos. Todos los alumnos estaban emocionados y prepararon sus mejores estrategias para el gran día. Sin embargo, los días previos al concurso, Nicolás se sentía cansado y no podía concentrarse, mientras que sus amigos, Valentina y Martín, siempre estaban llenos de energía y sonriendo.
"¿Qué tienen ustedes que yo no?" - les preguntó Nicolás en el recreo.
"¡Desayunamos frutas!" - exclamó Valentina, mientras mordía una jugosa manzana. "Te las recomiendo, son deliciosas y te hacen sentir genial".
Nicolás decidió probar. Al día siguiente, se sentó en la mesa con una lluvia de frutas: bananas, frutillas, y un kiwi. Al principio miró la comida con duda, pero luego dio un mordisco.
"¡Está buenísima!" - gritó sorprendido. Desde ese día, Nicolás hizo un trato con sus amigos: todos iban a desayunar frutas.
Con el paso de los días, comenzaron a notar que no solo estaban más sanos, sino también más atentos en clase.
"¿Viste? ¡La fruta tiene poderes mágicos!" - dijo Martín un día, mientras levantaba la mano para responder una pregunta de la maestra.
Poco a poco, el aula de la escuela Simón Bolívar se convirtió en un lugar lleno de energía y alegría. Todos estaban más alegres y listos para aprender. En el día del concurso, los alumnos sabían que tenían que dar lo mejor de sí.
Cuando llegó el momento, cada uno de los niños respondió todas las preguntas acertadamente. Nicolás, que antes siempre se quedaba atrás, ahora estaba en la delantera. Al final, recibieron el primer premio por ser el grupo más destacado.
"¡Lo logramos! ¡Gracias a la fruta!" - gritaron todos juntos, mientras levantaban su trofeo.
Desde ese día, nadie en la escuela volvía a mirar las frutas con desdén. En las reuniones de padres, la señora Rosa siempre decía:
"Las frutas son compacta energía, amigos. Nos hacen sanos e inteligentes, así que sigamos todos juntos por este camino de buena alimentación!".
Los chicos convencieron a sus padres para incluir más frutas en casa.
Así, la escuela Simón Bolívar se fue transformando en la más sana y brillosa de todas con los pequeños saludables, radiantes y siempre listos para aprender cada día algo nuevo. Y todo gracias a que descubrieron que el desayuno de frutas no solo era delicioso, ¡sino también mágico! Esta linda historia se hizo contada de generación en generación, motivando a todos los pequeños a elegir siempre las frutas como su mejor opción en cada desayuno.
FIN.